viernes, 23 de octubre de 2015

La batalla de la izquierda, 1

39.- La batalla de la izquierda, 1

            A pesar del esfuerzo que Izquierda Unida ha realizado a última hora, sin duda porque era consciente que en estos comicios se jugaba su futuro, los resultados obtenidos por la antigua coalición han sido los peores de su historia. Durante mucho tiempo IU ha sido el referente de la izquierda de este país, acomodándose más de la cuenta en el espacio político institucional que había hecho suyo, tradicionalmente en torno al diez por ciento del electorado, en el que tan satisfecha se encontraba al menos hasta hace dos días. Izquierda Unida amagaba pero nunca golpeaba, subía dos puntos porcentuales en unas elecciones y bajaba en las siguientes otros dos, representando el papel de la izquierda amaestrada que todo régimen democrático y consolidado necesita tener. Para colmo era  una izquierda omnímoda, que absorbía o trataba de absorber todas las reivindicaciones y a todos los movimientos que surgían a su alrededor, movimientos que en todo momento trataba de controlar y teledirigir, a pesar de que en cierta medida, al haber perdido a la mayor parte de su militancia y al haberse convertido en una organización de cuadros, le había perdido el pulso a la calle, a todo lo que estaba sucediendo en el espacio que teóricamente controlaba.  Por ello le estalló el 15M entre las manos, quedando toda la energía que se desplegó entonces fuera de  su control, energía que tiempo después, cuando nadie lo esperaba, cristalizó en “Podemos”. Ahora, “Podemos”, después de haber fracasado en su intento por crear un espacio más  amplio, de ampliar el territorio de la izquierda, parece que no va a tener más remedio que conformarse con canibalizar a Izquierda Unida, tal y como ha hecho en estas elecciones andaluzas, en donde le ha usurpado a la antigua coalición el honor de convertirse en la fuerza más importante de la izquierda que antes con orgullo se autocalificaba de transformadora.
            Soy muy torpe, y hasta ayer no comprendí la estrategia de “Podemos”. La observaba, y por eso la criticaba, como un proyecto que trataba de tocar poder lo antes posible, pero cuando he podido comprender lo que ha ocurrido, lo que ha sucedido en las elecciones andaluzas, lo he visto todo claro, lo que me ha obligado a aplaudir el voluntarismo desplegado por intentar salir de la dinámica infernal en la que se ve inmersa la izquierda de este país y de todos los países desarrollados. Pero la intención de los dirigentes de “Podemos” no ha sido comprendida al ser vista por la opinión pública y presentada por los medios, como a un grupo de izquierdistas sedientos de poder, lo que sin duda le ha restado votos, pues al final, muchos de los que en principio les apoyaron, y estoy hablando de sectores no demasiados politizados, sobre todo de jóvenes, han preferido quedarse en casa y no votar, o apostar  por otras opciones políticas, en su opinión, más cercanas a ellos y sobre todo menos radicales. Lo cierto es que a la hora de la verdad, a pesar de todo el revuelo mediático que “Podemos” ha venido levantando desde las pasadas europeas, y de la ilusión que despertó, la mayor parte de los votos que ha recibido le han llegado desde la izquierda en detrimento de Izquierda Unida, formación a la que nunca presentó como su enemiga, pues de donde pensaba recoger votos, de los caladeros del PSOE, apenas les han llegado.
            Desde que se conocen los resultados de “las andaluzas”, se está hablando demasiado, convirtiéndose incluso en lugar común, y ya se sabe qué son y cómo son esos lugares, que el gran derrotado de estas elecciones no ha sido el Partido Popular, sino “Podemos”, y eso a pesar de que esta formación ha pasado de cero a quince diputados, algo que en condiciones normales sería motivo suficiente como para “dar saltos de alegría”, pero al haber puesto ellos mismo su propio listón de exigencia demasiado alto, su teórico éxito sólo puede masticarse como derrota. Y ciertamente ha sido una derrota, porque lo que ha fracasado ha sido la estrategia que diseñaron y que desplegaron, que no era otra que la de hacerse con el voto mayoritario del centro izquierda, habiendo tenido que conformarse con el voto de la izquierda “de toda la vida”, es decir, con el voto que hasta ahora le había pertenecido a Izquierda Unida. Este hecho, de gran importancia, puede originar un fuerte conflicto en los próximos meses, algo así como una guerra civil interna dentro de la izquierda, que visto lo visto puede resultar absurda y que hay que evitar a toda costa.
            Esta derrota, evidente desde el ángulo que la acabo de observar, sin duda alguna va  a cambiar la trayectoria que hasta ahora ha intentado seguir “Podemos”, posicionando a esta organización, y de forma definitiva en la izquierda del mapa electoral, en donde no tendrá más remedio que competir directamente con Izquierda Unida por los votos de la izquierda, al tiempo que IU, no tendrá otra opción, cosa que hasta ahora no se había atrevido a hacer, que situar a “Podemos” como el enemigo a batir. Esto es lo último que le faltaba a la izquierda, lo último.

24.03.15






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