39.- La batalla
de la izquierda, 1
A
pesar del esfuerzo que Izquierda Unida ha realizado a última hora, sin duda
porque era consciente que en estos comicios se jugaba su futuro, los resultados
obtenidos por la antigua coalición han sido los peores de su historia. Durante
mucho tiempo IU ha sido el referente de la izquierda de este país, acomodándose
más de la cuenta en el espacio político institucional que había hecho suyo,
tradicionalmente en torno al diez por ciento del electorado, en el que tan satisfecha
se encontraba al menos hasta hace dos días. Izquierda Unida amagaba pero nunca
golpeaba, subía dos puntos porcentuales en unas elecciones y bajaba en las
siguientes otros dos, representando el papel de la izquierda amaestrada que
todo régimen democrático y consolidado necesita tener. Para colmo era una izquierda omnímoda, que absorbía o trataba
de absorber todas las reivindicaciones y a todos los movimientos que surgían a
su alrededor, movimientos que en todo momento trataba de controlar y
teledirigir, a pesar de que en cierta medida, al haber perdido a la mayor parte
de su militancia y al haberse convertido en una organización de cuadros, le
había perdido el pulso a la calle, a todo lo que estaba sucediendo en el espacio
que teóricamente controlaba. Por ello le
estalló el 15M entre las manos, quedando toda la energía que se desplegó
entonces fuera de su control, energía
que tiempo después, cuando nadie lo esperaba, cristalizó en “Podemos”. Ahora,
“Podemos”, después de haber fracasado en su intento por crear un espacio
más amplio, de ampliar el territorio de
la izquierda, parece que no va a tener más remedio que conformarse con canibalizar
a Izquierda Unida, tal y como ha hecho en estas elecciones andaluzas, en donde
le ha usurpado a la antigua coalición el honor de convertirse en la fuerza más
importante de la izquierda que antes con orgullo se autocalificaba de
transformadora.
Soy
muy torpe, y hasta ayer no comprendí la estrategia de “Podemos”. La observaba,
y por eso la criticaba, como un proyecto que trataba de tocar poder lo antes
posible, pero cuando he podido comprender lo que ha ocurrido, lo que ha
sucedido en las elecciones andaluzas, lo he visto todo claro, lo que me ha
obligado a aplaudir el voluntarismo desplegado por intentar salir de la
dinámica infernal en la que se ve inmersa la izquierda de este país y de todos
los países desarrollados. Pero la intención de los dirigentes de “Podemos” no
ha sido comprendida al ser vista por la opinión pública y presentada por los
medios, como a un grupo de izquierdistas sedientos de poder, lo que sin duda le
ha restado votos, pues al final, muchos de los que en principio les apoyaron, y
estoy hablando de sectores no demasiados politizados, sobre todo de jóvenes,
han preferido quedarse en casa y no votar, o apostar por otras opciones políticas, en su opinión,
más cercanas a ellos y sobre todo menos radicales. Lo cierto es que a la hora
de la verdad, a pesar de todo el revuelo mediático que “Podemos” ha venido
levantando desde las pasadas europeas, y de la ilusión que despertó, la mayor
parte de los votos que ha recibido le han llegado desde la izquierda en
detrimento de Izquierda Unida, formación a la que nunca presentó como su
enemiga, pues de donde pensaba recoger votos, de los caladeros del PSOE, apenas
les han llegado.
Desde
que se conocen los resultados de “las andaluzas”, se está hablando demasiado,
convirtiéndose incluso en lugar común, y ya se sabe qué son y cómo son esos
lugares, que el gran derrotado de estas elecciones no ha sido el Partido
Popular, sino “Podemos”, y eso a pesar de que esta formación ha pasado de cero
a quince diputados, algo que en condiciones normales sería motivo suficiente
como para “dar saltos de alegría”, pero al haber puesto ellos mismo su propio
listón de exigencia demasiado alto, su teórico éxito sólo puede masticarse como
derrota. Y ciertamente ha sido una derrota, porque lo que ha fracasado ha sido
la estrategia que diseñaron y que desplegaron, que no era otra que la de
hacerse con el voto mayoritario del centro izquierda, habiendo tenido que
conformarse con el voto de la izquierda “de toda la vida”, es decir, con el
voto que hasta ahora le había pertenecido a Izquierda Unida. Este hecho, de
gran importancia, puede originar un fuerte conflicto en los próximos meses,
algo así como una guerra civil interna dentro de la izquierda, que visto lo
visto puede resultar absurda y que hay que evitar a toda costa.
Esta
derrota, evidente desde el ángulo que la acabo de observar, sin duda alguna
va a cambiar la trayectoria que hasta
ahora ha intentado seguir “Podemos”, posicionando a esta organización, y de
forma definitiva en la izquierda del mapa electoral, en donde no tendrá más
remedio que competir directamente con Izquierda Unida por los votos de la
izquierda, al tiempo que IU, no tendrá otra opción, cosa que hasta ahora no se
había atrevido a hacer, que situar a “Podemos” como el enemigo a batir. Esto es
lo último que le faltaba a la izquierda, lo último.
24.03.15
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