viernes, 23 de octubre de 2015

La batalla de la izquierda, y 2

40.- La batalla de la izquierda y 2

            Lo que resulta evidente, y esto se comprueba elecciones tras elecciones, es que la izquierda es minoritaria en un país como España, que en contra de lo que siempre se nos ha dicho, es un país dócil que se asienta políticamente en posiciones conservadoras de centro izquierda. Los españoles no aspiran a que se produzcan cambios radicales que puedan tener la virtud de propiciar escenarios de inestabilidad, ni tan siquiera en momentos tan difíciles como los actuales, al no querer jugarse a una carta la calidad de vida que son conscientes de haber conseguido en los últimos años. Están molestos, sí, incluso muy cabreados con sus representantes y con la coyuntura por la que están atravesando, pero en el fondo están convencido que todo, y en poco tiempo, volverá a su cauce, prueba de ello ha sido su apoyo en estas elecciones a una de las formaciones esenciales de los que algunos denominan “el régimen del 78”, dejando en segundo lugar a la otra.
            Hoy la pedagogía social la realizan los medios de comunicación, por lo que poco se puede esperar de la consciencia social transformadora que puedan llegar a tener nuestras sociedades, que a lo máximo que pueden llegar, es a exigir a las organizaciones políticas que la representan, y en la medida de lo posible, a que sean honradas para poder seguir confiando en ellas. Esa ha podido ser la base del “efecto Podemos”, el grito enarbolado por muchos con objeto de que las formaciones políticas tradicionales comprendan que tienen que modificar sus formas de actuar si realmente desean seguir siendo apoyadas. Y parece, como se ha visto, que ya ha caducado ese efecto, o lo que es lo mismo, que la ciudadanía cree que ya es suficiente, que el mensaje ha sido entendido y que a partir de  ahora, todo necesariamente tendrá que ser diferente.
            Como imaginaba, las elecciones andaluzas han servido para dejar las cosas en su sitio, han servido para que “cada mochuelo vuelva a su olivo”, pues tras ellas, parece que la fiesta ha terminado, al quedar claro que “el cielo no se toma al asalto”, así como así, como algunos cargados de idealismo pensaban, sólo, y en el mejor de los casos, la finca del vecino, lo que es más de lo que en principio pudiera parecer. Y en estas estamos, observando que después de la resaca cada cual se encuentra en el lugar que le corresponde, contabilizando los destrozos, haciendo balance e intentando enjuagar las perdidas lo mejor posible. Pero como casi siempre ocurre, en la casa de los más pobres es donde parece que el aguacero más se ha cebado, y en donde es posible que nada vuelva a ser igual que antes.
            La izquierda ha vivido una fiesta y los resultados de la misma pueden que una vez más la lleven a un callejón sin salida, en donde la lucha por la hegemonía dentro de la misma, acabe por desangrándola en una contienda interna que en el fondo nadie desea. Ha habido un loable intento por ensanchar sus fronteras, una ofensiva por revitalizarla que ha fracasado porque ciertamente “no había más cera de la que ardía”, pero que ha conseguido, sin quererlo, arrasar con buena parte de la izquierda establecida, que no obstante, piensa resistir hasta última hora, si fuera necesario de forma numantina, los ataques de los barbaros y de los descamisados que salieron desencantados de su seno, y que sin respeto, quieren poner en duda su civilizada y colaboracionista labor.
            Sí, es posible que “Podemos” haya fracasado en su valeroso intento, pero seguro que antes de entregar las armas van a luchar por tomar la antigua y debilitada fortaleza de Izquierda Unida, cosa que ya casi han logrado en Andalucía. Ese no era el objetivo, pero hacerse con el control de la izquierda tampoco sería un mal premio. Izquierda Unida no va a rendirse, no es su estilo entregar llorando las llaves de sus dominios, al igual que posiblemente “Podemos” tampoco se las exigirá, pero está claro, muy claro, que la batalla posiblemente ya esté decidida, y que después de los próximos comicios, las municipales y las autonómicas, si se consigue de forma civilizada que la sangre de ambas formaciones no llegue al río, el acuerdo no sólo va a ser posible, sino imprescindible.
            Julio Anguita, que para ambos sectores sigue siendo una figura venerada, lo dejó claro en el mitin en el que inexplicablemente apoyó a Izquierda Unida, “que hay que buscar el pacto”, unos pactos que ahora parecen más necesarios que nunca, no ya para tomar el Palacio de Invierno, no, pero sí para que la izquierda y para todo lo que ésta representa, no siga siendo una opción residual a la que ni si quiera le quede sangre en la venas. Un pacto que no radique en la suma de ambas formaciones, sino en la refundación de una nueva fuerza, en la articulación de sus militantes y de sus simpatizantes en torno a un programa común, de un programa comúnmente elaborado, que fije nuevos objeticos y nuevas formas de actuar, que tenga para colmo la virtud de crear nuevos itinerarios a seguir.
            Creo que la izquierda no se puede permitir un enfrentamiento entre ambas organizaciones, que lo sensato sería que lo mejor de cada una se conjugue para hacer un nuevo proyecto que consiga traer entusiasmo y ganas a una ciudadanía que se hunde en la apatía. Pero ese algo nuevo tiene que aportar un nuevo discurso integrador y expansivo, que aspire más que a socializar la sociedad, a democratizarla, que es donde Izquierda Unida no ha estado a la altura. La radicalidad democrática debe, tiene que ser el eje sobre el que una nueva izquierda social y política tenga que profundizar en los próximos años, a no ser que prefiera seguir oculta en el agujero en el que, algunos, desean que siga sepultada.

25.03.15



La batalla de la izquierda, 1

39.- La batalla de la izquierda, 1

            A pesar del esfuerzo que Izquierda Unida ha realizado a última hora, sin duda porque era consciente que en estos comicios se jugaba su futuro, los resultados obtenidos por la antigua coalición han sido los peores de su historia. Durante mucho tiempo IU ha sido el referente de la izquierda de este país, acomodándose más de la cuenta en el espacio político institucional que había hecho suyo, tradicionalmente en torno al diez por ciento del electorado, en el que tan satisfecha se encontraba al menos hasta hace dos días. Izquierda Unida amagaba pero nunca golpeaba, subía dos puntos porcentuales en unas elecciones y bajaba en las siguientes otros dos, representando el papel de la izquierda amaestrada que todo régimen democrático y consolidado necesita tener. Para colmo era  una izquierda omnímoda, que absorbía o trataba de absorber todas las reivindicaciones y a todos los movimientos que surgían a su alrededor, movimientos que en todo momento trataba de controlar y teledirigir, a pesar de que en cierta medida, al haber perdido a la mayor parte de su militancia y al haberse convertido en una organización de cuadros, le había perdido el pulso a la calle, a todo lo que estaba sucediendo en el espacio que teóricamente controlaba.  Por ello le estalló el 15M entre las manos, quedando toda la energía que se desplegó entonces fuera de  su control, energía que tiempo después, cuando nadie lo esperaba, cristalizó en “Podemos”. Ahora, “Podemos”, después de haber fracasado en su intento por crear un espacio más  amplio, de ampliar el territorio de la izquierda, parece que no va a tener más remedio que conformarse con canibalizar a Izquierda Unida, tal y como ha hecho en estas elecciones andaluzas, en donde le ha usurpado a la antigua coalición el honor de convertirse en la fuerza más importante de la izquierda que antes con orgullo se autocalificaba de transformadora.
            Soy muy torpe, y hasta ayer no comprendí la estrategia de “Podemos”. La observaba, y por eso la criticaba, como un proyecto que trataba de tocar poder lo antes posible, pero cuando he podido comprender lo que ha ocurrido, lo que ha sucedido en las elecciones andaluzas, lo he visto todo claro, lo que me ha obligado a aplaudir el voluntarismo desplegado por intentar salir de la dinámica infernal en la que se ve inmersa la izquierda de este país y de todos los países desarrollados. Pero la intención de los dirigentes de “Podemos” no ha sido comprendida al ser vista por la opinión pública y presentada por los medios, como a un grupo de izquierdistas sedientos de poder, lo que sin duda le ha restado votos, pues al final, muchos de los que en principio les apoyaron, y estoy hablando de sectores no demasiados politizados, sobre todo de jóvenes, han preferido quedarse en casa y no votar, o apostar  por otras opciones políticas, en su opinión, más cercanas a ellos y sobre todo menos radicales. Lo cierto es que a la hora de la verdad, a pesar de todo el revuelo mediático que “Podemos” ha venido levantando desde las pasadas europeas, y de la ilusión que despertó, la mayor parte de los votos que ha recibido le han llegado desde la izquierda en detrimento de Izquierda Unida, formación a la que nunca presentó como su enemiga, pues de donde pensaba recoger votos, de los caladeros del PSOE, apenas les han llegado.
            Desde que se conocen los resultados de “las andaluzas”, se está hablando demasiado, convirtiéndose incluso en lugar común, y ya se sabe qué son y cómo son esos lugares, que el gran derrotado de estas elecciones no ha sido el Partido Popular, sino “Podemos”, y eso a pesar de que esta formación ha pasado de cero a quince diputados, algo que en condiciones normales sería motivo suficiente como para “dar saltos de alegría”, pero al haber puesto ellos mismo su propio listón de exigencia demasiado alto, su teórico éxito sólo puede masticarse como derrota. Y ciertamente ha sido una derrota, porque lo que ha fracasado ha sido la estrategia que diseñaron y que desplegaron, que no era otra que la de hacerse con el voto mayoritario del centro izquierda, habiendo tenido que conformarse con el voto de la izquierda “de toda la vida”, es decir, con el voto que hasta ahora le había pertenecido a Izquierda Unida. Este hecho, de gran importancia, puede originar un fuerte conflicto en los próximos meses, algo así como una guerra civil interna dentro de la izquierda, que visto lo visto puede resultar absurda y que hay que evitar a toda costa.
            Esta derrota, evidente desde el ángulo que la acabo de observar, sin duda alguna va  a cambiar la trayectoria que hasta ahora ha intentado seguir “Podemos”, posicionando a esta organización, y de forma definitiva en la izquierda del mapa electoral, en donde no tendrá más remedio que competir directamente con Izquierda Unida por los votos de la izquierda, al tiempo que IU, no tendrá otra opción, cosa que hasta ahora no se había atrevido a hacer, que situar a “Podemos” como el enemigo a batir. Esto es lo último que le faltaba a la izquierda, lo último.

24.03.15






Acercamiento resultados elecciones andaluzas

38.- Acercamiento a los resultados de  las Elecciones Andaluzas

            Antes de conocer los resultados de las elecciones andaluzas que se celebraron ayer, tenía dos interrogantes que esperaba poder aclarar gracias a lo que finalmente dijeran las urnas, la fuerza real de los partidarios de la necesidad del cambio del que tanto se habla, y si las formaciones políticas mayoritarias serían capaces de mantener las posiciones de privilegio que hasta ahora habían disfrutado. Creo, a pesar de la singularidad de estas elecciones, que ambas incógnitas han podido, al menos en parte, quedar despejadas.  A pesar del auge de las dos formaciones emergentes, “Podemos” y “Ciudadanos”, sobre las que sin duda estaban proyectadas todos los focos de atención, hay que decir claramente, que el segmento real de población, al menos en Andalucía, y posiblemente también en el resto de España, partidario de llevar a cabo una transformación radical del escenario político es bastante reducido, y que los dos partidos mayoritarios, han podido salvar los muebles con bastante dignidad.
            Lo que para algunos supuso una arriesgada apuesta por parte de Susana Díaz y de sus asesores, al anticipar las  elecciones andaluzas, le ha proporcionado un éxito atronador, pues además de legitimarse en el poder, ella no había sido elegida Presidenta pasando por las urnas, le ha servido para infringirle un duro revés al Partido Popular y para hundir, en sus peores resultados históricos a Izquierda Unida, hasta hace poco su socio de gobierno, además de neutralizar el denominado “fenómeno Podemos”. Hay que reconocer, que en principio, Susana Díaz y el PSOE no lo tenían fácil, pues la magnitud de la crisis económica, los vergonzosos  casos de corrupción que empañaban la imagen del Partido Socialista en el poder durante tantos años en la Comunidad Andaluza, y las voces que propugnaban un cambio, un cambio radical, proveniente de los partidarios de “Podemos”, no hacía presagiar que la jugada le saliera tan redonda como desde la cúpula dirigente socialista se esperaba.
            Pero sin dudas era el momento para apostar fuerte, ya que nadie sabía con seguridad cuál sería el escenario que se presentaría dentro de unos meses, si el PP levantaría vuelo agarrándose a la recuperación económica, o la fuerza que podría tener “Podemos” cuando consiguiera crear estructuras arraigadas en Andalucía, por no hablar ya de los efectos devastadores que sin duda provocarían las diferentes sentencias que se esperan de los Tribunales, algunas de las cuales podrían afectar seriamente a importantes cargos socialistas. Sí, era el momento, y la escusa se la regaló de forma irresponsable sus socios de gobierno, que como siempre, en lugar de dedicarse a hacer política se dedicaron a jugar a la política, ya que publicitaron con orgullo, que harían un referéndum interno para que su militancia se pronunciara si seguían apoyando al gobierno de coalición, o si se salían de él.
            Las elecciones se  han llevado a cabo y los resultados han sido inmejorables para los socialistas, que con todo lo que ha caído, con todo lo que les ha caído encima, han conseguido ganar las elecciones manteniendo el mismo número de escaños que en la pasada legislatura (45), lo que les va a permitir gobernar con cierta tranquilidad, sobre todo si se comprende, que las restantes formaciones con representación parlamentaria han quedado bastante debilitadas.  Para colmo, el pinchazo del Partido Popular (33), a pesar de ser grave, no ha provocado su hundimiento, manteniéndose con la cabeza mucho más alta de lo que se esperaba, lo que significa, que el bipartidismo, que las dos fuerzas mayoritarias, seguirán manteniendo un poder extremo, y que todo lo que suceda en la próxima legislatura, guste o no, girará en torno a ellos.  Este hecho resulta desalentador, sobre todo para los que creíamos que la situación iba a cambiar, pero es lo que la ciudadanía ha querido y el tablero sobre el que a partir de hoy habrá que trabajar.
            Era muy importante en estas elecciones saber el recorrido real, la fuerza real de las dos formaciones políticas tildadas de emergentes, en donde todos los analistas tenían puesta su atención, en primer lugar en “Podemos” (15), cuyos líderes, también irresponsablemente, repetían y repetían, a pesar de ser conscientes de la escasa implantación que poseían en Andalucía, que jugaban a ganar, sin molestarse siquiera en situar en su cabeza de lista, con objeto de contrarrestar lo anterior, a un peso pesado con magnitud suficiente como para atraer a sectores que no estuvieran directamente vinculados a la izquierda. “Podemos” ha conseguido un gran éxito relativo, que habrá que analizar con detenimiento más adelante, pero un éxito que no ha estado al nivel de sus expectativas, a pesar de haberse convertido en la fuerza mayoritaria a la izquierda de la socialdemocracia, al haber canibalizado a Izquierda Unida.
            En cuanto a “Ciudadanos” (9), posiblemente  haya sido la formación política triunfadora en la jornada de ayer, después de los socialistas evidentemente, al no traer bajo el brazo muchas expectativas, ya que por no tener, carecía incluso de implantación en la Comunidad. Se podría decir, que es una organización, que a pesar de haber llegado con la intención de quedarse, ha surgido de la nada, y a la que desesperadamente se han agarrado la mayor parte de los electores descontentos del Partido Popular. “Ciudadanos” puede convertirse en una variable preocupante para los populares, al aspirar a romper la hegemonía que el Partido Popular hasta la fecha ha poseído en la derecha. De todas formas, sabiendo cómo funciona tanto la derecha política como la económica, “Ciudadanos” es una incógnita.


23.03.15

Sobre la situación de la derecha, y 2

37.-Sobre la situación de la derecha y 2

            Desde el ya lejano desmoronamiento de la UCD, la derecha política, tanto en la oposición como en el poder, siempre se ha mostrado, a diferencia de la izquierda, de forma monolítica ante la ciudadanía, dando la sensación de poseer una fortaleza y una poderosa unidad interna bajo el férreo control de incuestionables liderazgos, que conseguían difuminar e incluso casi hacer desaparecer, al menos de cara al exterior, las indudables diferencias existentes en su seno. La derecha siempre era una, mientras que la izquierda eran varias, lo que en un sistema electoral como el español le proporcionaba importantes réditos, ya que el voto del elector de derechas nunca se perdía por los sumideros de los repartos proporcionales a la hora de contabilizar los sufragios. Esa férrea unidad, a la que sin duda han contribuido sus medios afines, los cuales, al menos hasta ahora han apostado por una derecha fuerte y unida bajo esos fuertes liderazgos, que siempre ha sido uno de sus rasgos característicos, liderazgos posiblemente necesarios dada la tendencia existente dentro de sus filas a “las baronías” y al caudillismo. Hasta el momento la fragmentación de la derecha se ha podido evitar gracias a la existencia de un poderoso poder central, desde el que se distribuía el reparto de las prebendas hacia la periferia, lo que a su vez justificaba la existencia de ese mismo poder central.
            Pero en lo ideológico la derecha ha sufrido importantes transformaciones, mucho más radicales que la padecidas por izquierda, que hasta cierto punto se ha quedado anquilosada, aunque en España esas transformaciones en buena parte se han visto amortiguadas por el excesivo peso del conservadurismo político que siempre ha sido el sector hegemónico, el cual ha impedido, al menos hasta la fecha, que las nuevas tendencias florecieran libremente en su seno. La derecha conservadora juega con el neoliberalismo como si este se tratara de un juguete nuevo que se ha encontrado al pie de la cama un día al despertar, mientras que la nueva derecha es neoliberal, lo que le ha obligado a vivir fuera del asfixiante ambiente del Partido Popular, en las cátedras universitarias o en la vida profesional, sin atreverse, porque no le era necesario, a rivalizar políticamente con los tradicionales portadores de los estandartes de la derecha.
            Pero ahora, curiosamente, cuando menos se esperaba, alrededor de  un pequeño partido periférico, que creo que aún no ha comprendido lo que se ha encontrado, los votantes descontentos con las políticas llevadas a cabo por los que hasta ahora habían sido los suyos, en lugar de optar por la abstención, parece que se van a ver obligados a dar un golpe sobre la mesa para decir “que otra derecha es posible”, y esa derecha puede que sea “Ciudadanos”.
            Lo que con el tiempo he podido aprender, es que la necesidad es lo que marca los tiempos políticos, al igual que casi en todo, y que del mismo modo que el 15M no parió de forma inmediata a su movimiento político, sino varios años después, lo mismo puede ocurrir en la derecha, que aunque quiera, no está exenta de los contagios que le provoca su contacto con la realidad. Hace algunos años, fracasó de forma estrepitosa una operación que aspiraba a crear una nueva vía dentro de la derecha, la denominada “Operación Roca” bajo el recién creado Partido Reformista. Muchos, aunque evidentemente no la apoyamos, creíamos necesario esa opción, gracias a la cual se pudiera diferenciar claramente la derecha de siempre, la derecha conservadora, intervencionista  y clerical, y la nueva derecha, aquella que además de creer ciegamente en las virtudes del mercado, era también liberal en las costumbres y en la forma de entender la política. Ese proyecto, a pesar de los grandes fondos invertidos en él, fue uno de los naufragios más estrepitosos que se recuerden en la política nacional, y fracasó no porque no fuera necesario, sino porque no era su momento.  Ahora, sin embargo, de forma diferente con lo ocurrido en la “Operación Roca”, parece que ese proyecto, que siempre ha permanecido solapado a la espera de tiempos mejores, va a emerger de forma natural, al agarrarse la legión de electores descontentos de la derecha a un pequeño partido que lo único que ha hecho ha sido estar ahí, con unos discursos que pueden resultar aceptables.
            Sí, hay que decirlo claramente, “Ciudadanos” es el “Podemos” de la derecha, la formación política que casi desde la nada, aunque bien dirigida, puede dinamitar a una derecha política que hasta la fecha se ha mostrado monolítica. También hay que decir, para que nadie se lleve a engaño, que “Ciudadanos” es un partido de derechas, de derecha-derecha, posiblemente mucho más radical en lo económico que el Partido Popular, aunque mucho más avanzado en las restantes cuestiones sociales. Un Partido sin excesivos lastres que si cuaja a nivel nacional, puede hacer que la derecha tradicional de este país, la que tanto nos avergüenza, la derecha de toda la vida, en pocos años se convierta en una formación residual. Lo curioso del tema, es que el Partido Popular, siempre tan lento en todo, aún no creo que haya calibrado el peligro que para ellos puede representar el también fenómeno “Ciudadanos”.
            No obstante, si ocurre lo que puede ocurrir, con la división del voto de la derecha en dos grandes bloques, como ocurre en toda Europa, se conseguiría la normalización electoral de ese sector de la sociedad, pues no es lógico, que actitudes y visiones tan opuestas sigan conviviendo bajo esas mismas siglas.


11.03.15