36.-Sobre la
situación de la derecha, 1
Hace
poco más de una semana, una amiga me comentó con respecto a las próximas
elecciones autonómicas andaluzas, que ella lo que deseaba era que ni el PSOE ni
el PP consiguieran buenos resultados, al ser los causantes directos de la
desastrosa situación que padecemos. Me sorprendió cuando me dijo, después de
que le insistiera, que iba a votar a “Ciudadanos”, y me sorprendió porque sabía
que siempre había votado a Izquierda Unida.
Ayer,
mientras que tomaba unas cervezas con unos conocidos, uno de ellos, con el que
apenas tengo relación ya que lo conozco desde hace poco, provocó cierto revuelo
al afirmar que iba a votar a
“Ciudadanos”, pues a pesar de ser un
tradicional votante del Partido Popular, en esta ocasión se encontraba
incapacitado para seguir prestándole su apoyo.
Ambos
van a apostar por “Ciudadanos” desde perspectivas diferentes, al provenir la
primera de la izquierda, diré incluso que de la izquierda exquisita y un tanto
impostada, y el otro, del núcleo duro de los votantes del PP.
Hasta
hace poco, hasta hace bien poco, muchos estábamos convencidos que los efectos
devastadores de la crisis sólo iba a afectar políticamente a la izquierda, y que el fenómeno “Podemos” podría
conseguir desangrarla y dividirla en beneficio del Partido Popular, que aunque
perdiera votos, estos sin duda irían a parar directamente a la abstención,
seguiría gobernando al ser no sólo la fuerza hegemónica de la derecha, sino la
única opción política existente en la misma. Pero parece que no, que algo está
ocurriendo que puede poner en jaque al Partido Popular, al menos tanto como con
toda seguridad lo hará “Podemos” con el PSOE e IU, y que ese algo puede que sea
“Ciudadanos”. Hasta hace sólo unos meses, daba vergüenza ajena
observar el beneplácito e incluso la simpatía con que la derecha trataba a
“Podemos”, que pese a su teórico radicalismo se había convertido en un aliado
suyo de cara a las elecciones, al comprender que la formación de Pablo Iglesias
a quien de verdad iba a erosionar era a sus competidores de la izquierda,
aunque ahora el ceño se le ha vuelto adusto cuando se ha dado cuenta de la alta
intención de votos con la que cuenta “Ciudadanos” formación que sólo le puede dañar es a ellos.
Aún
es pronto para saber qué va a ocurrir, pero en este año eminentemente
electoral, y esto creo que es positivo, puede pasar aún cualquier cosa, entre
otras razones, porque el denominado voto oculto, también llamado vergonzante,
no se encuentra sólo en poder de las dos fuerzas mayoritarias, pues pueden ser
muchos los que a última hora deslicen su voto hacia las formaciones emergentes
que en tiempo record, han sabido transformar por completo el panorama político
de este país. Lo curioso del caso, es que ambas formaciones, “Podemos” y
“Ciudadanos”, carecen no ya sólo de estructuras sólidas, sino simplemente de
estructuras, por lo que si consiguen los resultados que les vaticinan los
sondeos demoscópicos, y en este caso coinciden todos, se podría hablar de que
se va a producir un auténtico terremoto. O lo que es lo mismo desde otra
perspectiva, de que nada estaba tan consolidado como se imaginaba y que lo se
necesitaban eran nuevos proyectos, aunque estos que han surgido evidentemente
han sido favorecidos y propiciados por la crisis.
La
derecha española, la misma que se presentó y que ganó las pasadas elecciones
generales con mayoría absoluta, la que gracias a un agresivo discurso se
presentaba como la única opción política capacitada para regenerar la vida
pública del país, la misma que se postulaba, gracias a sus propuestas
marcadamente neoliberales, y a sus cualificados componentes para transformar el
tejido productivo y para situar de nuevo a España en el lugar que le
corresponde por derecho propio en el contexto internacional, se encuentra
ahora, a sólo un año de terminar la legislatura, completamente quemada,
agotada, desprestigiada y para colmo sin propuestas.
Muchos
fueron los que confiaron en el discurso del Partido Popular, sobre todo por los
estragos que comenzaban a provocar la crisis económica y la impotencia y la
incapacidad para afrontarla que se traslucía de la gestión de la administración
socialista. Muchos fueron los que votaron sus candidaturas con la esperanza de
que se produjeran cambios significativos que lograran enderezar el rumbo del
país, en la confianza de que ellos podrían atajar los innumerables déficits que
soportaba y lastraban a nuestra sociedad. Pero en poco más de tres años, y a
pesar de contar con todo el poder institucional en sus manos, su mandato ha
servido para dejar en evidencia, a la intemperie, toda su podredumbre interna y
su incapacidad para afrontar todo aquello que se sitúe un poco más allá de sus
mezquinos y espúreos intereses ideológicos, ejerciendo sobre todo, de brazo
ejecutor de los sectores más reaccionarios de la derecha sociológica y del
rancio capitalismo patrio.
Ahora,
debido a lo anterior, y creo que por primera vez de forma seria, son cada vez
más los que desde la propia derecha, observando la imposibilidad de cambiar a su
formación emblemática, apuestan por una alternativa a ella, lo que puede
significar, si tal opción se materializa, en la normalización de la derecha
española.
11.03.15
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