35.- Sobre la crisis
del Partido Socialista y 2
Según la mayor parte de los
analistas, excepto en Andalucía, aunque algunos de ellos también muestren sus
dudas, el futuro del PSOE ante los próximas convocatorias electorales es ante
todo problemático. Problemático por diferentes motivos, pero esencialmente
porque ya no es visto, por parte de la ciudadanía, como un partido atractivo,
como un partido dinámico y resolutivo, capaz de enfrentarse, con nuevas ideas y
propuestas, a los múltiples problemas a los que se enfrentan España y los
españoles, pues por carecer, carece incluso de un discurso creíble y
diferenciado. El PSOE en pocos años se ha convertido en un partido viejo, en un
partido inadecuado e inservible para su electorado potencial, que se quiera o
no sigue siendo de centroizquierda, y que desde hace algunos años se encuentra
huérfano, a la espera de que el PSOE vuelva, o a que otra fuerza política, como
puede ser Podemos, se haga cargo de sus aspiraciones. Pero según los últimos
movimientos acaecidos en su seno, y que han provocado la crisis que en
estos momentos lo mantienen en jaque,
parece que el PSOE tiene la intención de regresar.
La
actual crisis hay que enmarcarla en el interés por parte de la dirección del
Partido por hacerse cargo del poder en el mismo, aunque ello suponga acabar con
la democracia interna y con el escollo que representan las organizaciones
territoriales, lo que no quiere decir, ni mucho menos, como al principio
pudiera parecer, que la vieja política acaba con la nueva, no, entre otras
razones porque tanto en un bando como en el otro se pueden encontrar a destacados
miembros del aparato profundo del PSOE. En resumen, lo que ha ocurrido ha sido
un episodio más de la lucha por el poder en un partido donde ese poder se
encuentra bacante desde hace años.
La
inexistencia de un poder fuerte lo descompone todo, provocando reinos de taifas
que se sienten legitimados para oponerse al poder central, en la creencia de
que ellos, en un hipotético enfrentamiento, tendrían todas las de ganar. La
inexistencia de un poder ilusionante, poseedor de un proyecto claro y factible,
provoca “la rebelión de las provincias” como diría Ortega, lo que con el tiempo
hace imposible la gobernación. Bien, el PSOE carece desde hace un tiempo de ese
liderazgo, ya que Pedro Sánchez, a pesar de haber sido elegido en las
primarias, hasta el momento ha sido incapaz de hacerse con el timón del
Partido, debido a los múltiples obstáculos que “el aparato”, tanto el interno
como el institucional, le ha venido imponiendo para que entendiera que una cosa
es ser secretario general y otra muy distinta que fuera él, quién dirigiera la organización.
Pero
la necesidad hace extraños compañeros de cama, y el problema que representaba Madrid
ha provocado una extraña alianza que puede suponer el afianzamiento de Pedro
Sánchez en el centro de mando del PSOE. Madrid suponía un problema, pues los
candidatos elegidos en primaria, tanto para la Presidencia de la Comunidad
Autónoma como para la Alcaldía, ni de lejos se encontraban, como confirmaban
todos los estudios demoscópicos, capacitados para afrontar tales retos, al
sobrarle a uno derrotas y al faltarle, al otro, peso. En Madrid las
candidaturas propuestas y democráticamente elegidas podrían quedar en tercera o
en cuarta posición, algo insostenible para un Partido que aspira a la
gobernación del país. Lo que está claro es que ni Pedro Sánchez ni su equipo
estaban, por debilidad, capacitados para dar un paso como el dado, por lo que
han tenido que aliarse con los antiguos dirigentes del PSOE, con la vieja
guardia, y con los medios afines a ésta, como el diario EL País, por lo que si la
jugada sale bien, le puede convertir en su hombre de confianza, en el hombre de
Rubalcaba, de González, de Bono, etc.., y en el hombre del grupo PRISA.
La
lección de lo acontecido es evidente, que cuando no hay patrón mandan los
marineros, pero que así es imposible manejar una nave con un destino o un
recorrido definido, y menos aún un partido político que se no conforme con no
llegar al poder. El golpe de mano de Sánchez, apoyado por los pesos pesados del
Partido, en el caso que de que no se produzca una rebelión, va a suponer una
revitalización del PSOE, sobre todo si es capaz de imponer un candidato de prestigio contrastado para la Comunidad
Autónoma, que pueda competir de igual a igual con los que presenten las demás
fuerzas políticas.
El
problema es que se opta por un tipo de partido piramidal, en donde la
organización, la estructura, los cuadros y la misma militancia sólo tienen una
función, la de subordinarse a los dictados que el Comité Central decrete, a un
“centralismo democrático” que lo controle absolutamente todo, dejando en la
cuneta otros modelos más horizontales, más democráticos, que con desfachatez son
tildados de inviables.
No
me cabe duda que la jugada política va a resultar rentable, rentable
electoralmente, y que a partir de ahora, en lugar de mantenerse estancado, ya
no podía bajar más, los socialistas asistirán a un aumento de sus expectativas
de voto, pero también queda claro, que la mayoría de los problemas que tenían
se mantendrán aparcados hasta una nueva crisis. Creo que una organización
abierta y más democrática es compatible un fuerte liderazgo, pues sólo desde una
organización de estas características se podrá llevar a cabo la reestructuración
y refundación de la organización, en donde un nuevo programa político más
acorde a los tiempos que vivimos, de corte eminentemente socialdemócrata,
ilumine el devenir de esa formación política. Es posible, y quiero ser
optimista, que este será el primer paso, el imprescindible paso tendente a
entronizar a un nuevo líder, pero también hay que tener en cuenta que un
liderazgo absoluto puede convertir al Partido Socialista sólo en una maquinaria
electoral, sólo con pretensiones de poder, sin respuestas, sin debates en sus filas, sin militancia,
y lo que es peor, sin presencia social, un partido sólo institucional que
carecerá de valor añadido para la sociedad para la que dice trabajar. Desde la
diferencia, estoy convencido que un partido socialista fuerte, hoy por hoy es
esencial, para afrontar los profundos cambios que esta sociedad necesita.
13.02.15
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