viernes, 27 de junio de 2014

Sobre la ideología dominante en los antiguos países del Este

25.- Sobre la ideología dominante en los antiguos países del Este.

            Hace unos días, de nuevo, en una conversación con unos amigos, volvió a surgir el tema de la orientación ideológica existente en los países del Este, comprendiendo, todos los que entramos en la polémica, la actitud de esos ciudadanos, que cansados del comunismo, de las dictaduras que habían padecido ellos o sus padres, se inclinaran ahora hacia posiciones marcadamente derechistas.
            Todos los países que pertenecieron hasta hace sólo unos años al antiguo bloque soviético, incluyendo por supuesto a la propia Rusia, disfrutan en estos momentos de sistemas más o menos democráticos, sistemas que han posibilitado la subida al poder de gobiernos partidarios de llevar a cabo políticas marcadamente neoliberales, en donde la desregularización y la libertad de mercado, de todos los mercados, en la actualidad es un hecho. Llama la atención que ninguno de ellos, a pesar de la teórica cultura media de sus habitantes, y estoy hablando de países de la talla de Polonia, Chequia, Hungría, etc., hayan optado por gobiernos que propicien al menos, aunque de forma tibia, políticas con un perfil socialdemócrata.
            Puedo comprender lo que la mayor parte de esas poblaciones sienten hacia Rusia y hacia el comunismo, pero no puedo entender, como si en realidad vivieran en sociedades idílicas, la forma que tienen de volverle la espalda a todo, y digo a todo, lo que huela a lo que tradicionalmente se entiende como izquierda. Hace unos días, charlando con una ciudadana polaca asentada desde hace poco en nuestro país, después de recomendarle una extraña novela escrita por un francés, y que trataba de Rusia, de la vida en Rusia después de la caída del régimen soviético hasta nuestros días, me sorprendió diciéndome, ella que es una persona apasionada por la cultura rusa, que no le interesaban los franceses que se dedicaban a opinar sobre Rusia, pues la mayoría de los intelectuales del Hexágono, en su día, de una forma o de otra, apoyaron al régimen soviético, lo que convertían sus opiniones en demasiado parciales. Me quedé con la boca abierta y no me atreví a decir nada, pues lo anterior significaba, que sólo le interesaban los testimonios de los que en su momento se dedicaron a criticar la dictadura que tuvieron que padecer y que le vino impuesta  por el gigante del Este.
            En estos países todo lo que sepa a izquierda, es decir a justicia social, a todo lo que en general llamamos redistribución de la riqueza, sabe a pasado, a comunismo y a Unión Soviética, a un periodo histórico que odian y que afortunadamente ya han podido dejar atrás, pero esa actitud ante su historia reciente, que muchos consideran lógica, les ha obligado a encajar más goles de los necesarios, pues las superegularizadas y asfixiantes sociedades en las que vivían han sufrido una transformación tan radical, que sólo quedan en ellas los valores del capitalismo hegemónico, ese que dice que “cada cual tiene que salvarse a sí mismo”, el que con otras palabras aboga por “la ley de la selva” o sencillamente por la del más fuerte.
            Estoy convencido que la situación en la que quedaron esos países, convirtió a sus sociedades en el campo de cultivo apropiado para el desembarco en ellas de todas las variantes del capitalismo extremo, esas que como hongos, lograron surgir en el preciso momento en que se decretó el final de “la guerra fría”, un final que se saldó con la derrota definitiva y sin paliativos del comunismo realmente existente.
            A diferencias de sus países vecinos, a los que tanto siguen intentando imitar, no han sabido hacer frente, ni tan siquiera de forma modesta a las feroces ofensivas, muchas de de ellas socialmente inasumibles, de la fuerza ideológica vencedora, asumiendo de forma acrítica muchos de los postulados que ni siquiera los países de los que provenían, y desde los que se postulaban, fueron capaces de implementar en carne propia, de suerte que aquellos países, pronto se convirtieron en laboratorios en donde se aplicaron las ideas y las políticas neoliberales, sin que éstas encontraran ningún tipo de resistencia por parte de la ciudadanía, que aceptaron sin rechistar, como si fuera “agua de mayo”, todo lo que provenía de Occidente.
            Cuando le dije el otro día a mis amigos que no comprendía a los habitantes de esos países, no le quise decir que desconociera su triste travesía histórica, sólo que me sorprendía que los valores que siempre han identificado a la izquierda tengan tan poco predicamento en esas sociedades, al tiempo que me llamaba la atención, que políticamente no apuesten, consecuencia de lo anterior, por formaciones políticas que aspiren a crear o a consolidar estructuras sociales solidarias, protectoras, en lugar de aquellas otras formaciones que sólo pretenden des-socializar a sus propias sociedades al afirmar, siguiendo a Margaret Thacher, que para muchos de forma incomprensible sigue siendo su heroína, que la sociedad no existe, que sólo es un mito, al existir sólo los individuos.
            Pero posiblemente aún sea pronto, ya que con el paso del tiempo, cuando comprendan los destrozos que esas políticas adoptadas, y hasta cierto punto impuestas, están provocando en esos países, los valores de la igualdad, coaligados con los de la libertad, ya que sin la igualdad es imposible la libertad, volverán en esas sociedades a ocupar el lugar que les corresponde, de suerte, que se diga lo que se diga, la situación actual no puede ser más que transitoria.


22.04.14

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