miércoles, 15 de mayo de 2013

Sobre el caso Barcenas


11.- Sobre el caso Bárcenas

Esta mañana me he levantado con una noticia escandalosa, noticia que si llegara a verificarse y si este país fuera serio, circunstancia sobre la que mantengo serias dudas, tendría que suponer “un antes y un después” en la forma de hacer y de entender la política a la que tan acostumbrada se encuentra nuestra clase política. Se trata de un nuevo caso de corrupción, que se quiera o no, afecta al corazón mismo de nuestro sistema democrático, pues según el diario “El Mundo”, durante demasiados años, la cúpula dirigente del Partido Popular ha estado recibiendo sobresueldos, en negro, de cinco, diez y quince mil euros mensuales, con la sana intención de que esos suplementos, que al parecer necesitaban quienes lo recibían para realizar correctamente sus funciones, no tributaran a la Hacienda Pública. Lo anterior habla a las claras de las irregularidades financieras de ese partido, y por extensión de toda la clase política de este país, pero hay que tener cuidado en no poner el foco de atención sólo en esas cantidades, aunque resulte bochornoso, ni en los destinatarios de las mismas, sino en la procedencia de ese dinero y en la forma en que ha sido extraído, lo que puede dejar al descubierto la podredumbre sobre la que se asienta el sistema.
El tema de los sobresueldos, de los sobre de dinero negro, que como suplementos a los salarios muchos trabajadores reciben mensualmente, o de forma periódica, es algo desgraciadamente habitual en nuestro país, lo que evidencia la importancia de la economía sumergida en el mismo. Ese dinero con que muchas empresas, por no decir todas, tratan de fidelizar o de premiar a sus mejores empleados, proviene generalmente de las ventas que realizan sin IVA, y que conforman el sustento de las denominadas contabilidades paralelas, que todas las empresas, sí, que todas las empresas llevan a cabo. Por ello, que alguien reciba sobres con dinero negro es algo que no llama, al menos demasiado, la atención en un país como España, considerándose incluso normal, pero que esos sobres lo reciban los políticos, todos ellos bien pagados con dinero público, provoca o puede provocar, en momentos en que importantes sectores sociales viven “con la soga al cuello”, la indignación y la vehemente repulsa de todos los que observan con interés lo que acontece en nuestra vida pública.
Si es verdad lo que dicen los titulares de ese “extraño” periódico, se podrá demostrar a las claras el grado de calidad, ya no tanto de nuestras instituciones democráticas, sino sobre todo, de la capacidad de nuestra sociedad para regenerarse del cáncer que hoy por hoy la corroe, el de la corrupción institucional, que es mucho más maligno que otros que ya ha padecido, como el del terrorismo, que todo indica que se ha podido erradicar, o el de los nacionalismos que hoy parecen poseer más vitalidad que nunca. La calidad de un sistema democrático, siempre en último extremo habrá que buscarla en la sociedad que lo sostiene, que es la que tiene que exigir a sus políticos, a sus representantes, lo que realmente desea, si que retire la mirada de lo que no quieren por las causas que sean encarar, o si por el contrario, que afronten con decisión todas aquellas cuestiones que le indigna y le llena de preocupación. El problema es que nuestra sociedad, desde hace tiempo parece que ha delegado sus funciones en manos de una clase política que hace y deshace a su antojo, desentendiéndose de todo aquello que se encuentra más allá del ámbito de su privacidad, lo que puede hacer comprender, debido a la dejación y a la despolitización que padece, parte de lo que está ocurriendo en este país desde hace años. Que políticos corruptos sigan siendo votados por la ciudadanía, consiguiendo incluso mayorías absolutas, como ocurrió en las pasadas elecciones autonómicas en la Comunidad Valenciana, dejan poco margen a la esperanza, y hace pensar, que en la cancha de juego de nuestra sociedad democrática sólo están presentes la clase política, los grupos mediáticos y la magistratura, destacando la ausencia en ella de la sociedad civil, que parece que se limita sólo, y desde la distancia, a observar boquiabierta lo que ocurre a su alrededor.
Lo curioso del tema, que me da la sensación que será ocultado por el mismo medio que lo ha alumbrado, gracias a la caída de algún alto cargo, es la indiferencia que he encontrado sobre el mismo en casi todos los que me rodean, lo que me lleva a pensar, en el desinterés existente hoy por hoy ante lo público, pero también, en el arraigado desprestigio del que goza la clase política, de la que se espera todos los desmanes, como si la misma no fueran más que una maldición que necesariamente se tenga que soportar. Sí, todo parece indicar que la salida de esta crisis no se saldará, como en un principio se esperaba, con una catarsis colectiva, sino que bastará con ciertos movimientos defensivos, y todos tendentes a la galería, que se realizarán desde el propio Partido Popular, en el que un sector del mismo se hará con el poder, dando la sensación ante la ciudadanía, aparte de que la ropa sucia siempre es mejor lavarla en casa, de que los problemas que hoy tanto se publicitan sólo consistían en pequeñas disfunciones que sin muchas dificultades han logrado ser corregidas. De esta forma, y espero equivocarme por el bien de todos, todo se silenciará gracias a un cierre de filas, y hasta la próxima, después de que diferentes analistas cercanos a la derecha en el poder escriban en sus columnas o hablen en las tertulias en las que participan, que la crisis ha servido para dejar constancia de la fortaleza del sistema de partidos, y por extensión, de nuestra democracia.

20.01.13

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