ACERCAMIENTOS
(acb.017)
Sobre
el resultado de las elecciones andaluzas
Pero
además de lo anterior que es de una importancia radical, quizás
porque tal actitud le ha quitado credibilidad, incluso para ellos
mismos, los socialistas se han visto incapacitados para vender sus
logros, haciendo una campaña electoral a la defensiva que no
presagiaba nada bueno. Esta actitud ha debido deberse al hecho de que
no tenían la consciencia muy tranquila, ya que las críticas que
recibían, muchas de ellas justificadas y vergonzantes, con toda
seguridad le dejaban poco margen de maniobra, pero también, al hecho
incontestable, de que la derecha controlaba los medios de
comunicación, o mejor dicho, que los potentes medios actualmente
existentes, casi todos ellos cercanos al ideario del Partido Popular,
y que eran los que le confeccionaban la agenda a dicho partido, con
el tiempo ha creado un estado de opinión antisocialista digno de
estudio sociológico, de suerte, que había que tener mucho valor,
mucho, para proclamarse en España socialista o de izquierdas. El
papel de los medios de comunicación en la política actual, y la
alineación política de los mismos, juega una función esencial en
nuestros días, lo que distorsiona claramente la contienda electoral,
ya que en muchas ocasiones su papel es meramente propagandístico a
favor o en contra de alguno de los contrincantes. Pero la
socialdemocracia y por extensión la izquierda debe tener otras vías
de comunicación, que en el caso de los socialistas ha sido
dinamitada por haberse creído que era un partido más, un partido de
gestión al uso, que tenía que darle la espalda a la ciudadanía y
dedicarse a hacer política de “corbata y despacho”, lo que ha
hecho posible que se rompieran sus canales habituales de
comunicación, que siempre han debido de ser fluidos con su
electorado. A lo anterior hay que sumar algo a lo que no se le da
importancia, al interés que siempre ha tenido, al menos desde que
comenzó a tocar el poder hace ya bastante tiempo, en unirse a las
restantes fuerzas políticas en la misma situación, con objeto de
despolitizar a la sociedad, lo que en poco tiempo provocó una
relajación en la actitud crítica y reivindicativa de la ciudadanía.
Por tanto, los socialistas ni cuentan con apoyo mediático ni con
sectores sociales politizados que puedan justificar su labor, lo que
les mantiene en una difícil situación, por lo que aún muchos no
comprenden los resultados de las elecciones, que demuestran que han
resistido mejor, mucho mejor de lo que los más más optimista
hubiera podido imaginar.
Efectivamente
muy pocos podían esperar los resultados que al final se
contabilizaron, ni creo que la propia cúpula del Partido Socialista,
que con toda seguridad se hubiera conformado con obtener unos
resultados dignos, o dicho de otra manera, que las elecciones no
hubieran significado el hundimiento total del Partido en su feudo
histórico. No, los socialistas no se hundieron, y a pesar de que por
un estrecho margen perdieron las elecciones, gracias al teórico
apoyo que pueden obtener de Izquierda Unida, podrán sin muchos
problemas seguir gobernando la comunidad, aunque en unas
circunstancias radicalmente diferentes, circunstancias que estoy
seguro que son del agrado de bastantes miembros de dicha
organización, pues las mismas pueden hacer posible el inicio de la
tan necesaria regeneración del Partido. ¿Pero qué fue lo que
ocurrió para que erraran todos los pronósticos? Esta pregunta no es
fácil de contestar, pero creo, como vaticiné antes de las
elecciones, que existía un voto oculto, vergonzante según algunos,
que a diferencia de en otras elecciones, dio el apoyo a las
candidaturas socialistas, al tiempo que, parte del electorado de
izquierdas que tradicionalmente había apoyado al PSOE, en lugar de
quedarse en casa, por cierto miedo a la derecha y al ser conscientes
de todo lo que se jugaba el país en estas elecciones, prefirió, en
muchas ocasiones “tapándose la nariz”, votar a Izquierda Unida.
Trataré
de ir por partes. Normalmente el voto oculto, es decir el de los
electores que se niegan a decir qué van a votar, es un voto
conservador que suele asociarse a la derecha. Pero en esta ocasión,
el voto conservador, sí conservador, se ha dirigido a las listas
socialistas, entre otras razones de menor peso, porque esas
candidaturas representaban el apoyo “a lo que ya se tiene”, ante
los importantes cambios con que la derecha amenazaba, aunque no lo
dijera, con llevar a cabo. Hay que tener en cuenta, y este hecho en
la coyuntura actual hay que tenerlo muy presente, que la derecha
desde hace tiempo representa la innovación, al ser ellos los que
están dispuestos a romper el actual status quo, al ser los
abanderados de la revolución neoliberal, que aspira sobre todo,
aunque no lo expongan claramente, a acabar con el régimen del
denominado Estado del bienestar, en beneficio de otras formas de
organización política totalmente diferentes. Lo anterior quiere
decir, que el voto socialista en las pasadas elecciones, tanto el que
se manifestó abiertamente como “el oculto”, se puede considerar
en esta ocasión como un voto conservador, y es conservador además,
porque la izquierda desde hace tiempo sólo se limita a defender sus
conquistas históricas, sin proponer, sin atreverse a proponer nuevos
objetivos, que puedan tener la virtud, de posicionarla de nuevo, en
su lugar habitual que es el de la vanguardia de la sociedad. Lo
anterior es de una gravedad absoluta.
Para
muchos, el gran vencedor porcentual de estas elecciones ha sido
Izquierda Unida, que se ha aprovechado de las circunstancias sin
merecerlo, sólo por haber estado ahí, de los votos “emigrantes”
del Partido Socialista. A pesar de ser una organización política en
franco retroceso, la antigua coalición izquierdista, que ahora ni
tan siquiera es eso, pues sus siglas enmascaran al Partido Comunista,
que ejerce un control casi absoluto de la organización, y a un
pequeño sindicato agrario con escasa implantación real, se ha
encontrado de la noche a la mañana con que es el auténtico arbitro
de la situación, ante la cual, sin duda alguna se juega su futuro.
El problema de Izquierda Unida, o para decirlo más claramente del
Partido Comunista y del antiguo SOC, es que son organizaciones, en
contra de lo que parecen, que ideológicamente ofrecen muy poco,
pues incluso el legendario PCE, se ha convertido de forma
incomprensible en un Partido de cuadros sin apenas militancia, y sin
personalidades con peso específico en sus filas, y todo debido a la
hemorragia que las innumerables luchas intestinas que se produjeron
en su interior, auténticas guerras civiles, que tuvieron la virtud
de convertirlo en un páramos en donde sólo un puñado de
dirigentes hacen lo que les viene en gana. Lo único positivo de
Izquierda Unida en la actualidad, lo único que le ha proporcionado
tantos y tantos votos, no ha sido su credibilidad, que estaba y sigue
estando por los suelos, ni sus actualizados programas, que no los
tiene, sino el hecho de que estaba donde estaba, a la izquierda del
PSOE, habiéndose beneficiado también de que otras fuerzas
emergentes como EQUO, no han podido, en un panorama político tan
estrecho, llegar a consolidarse. Ante tal situación tiene que medir
bien sus pasos, pues como dije antes, en esta coyuntura con la que de
improviso se ha encontrado, se tendrán que jugar el todo por el
todo. Hay voces, que provenientes del sector más extremista de la
antigua coalición, que como su fundador y carismático coordinador
general, Julio Anguita, afirman que la política a seguir, no puede
ser otra que la de pactar varios puntos concretos y significativos
con el PSOE, y si ésta accede, lo que no sería fácil pues las
exigencias serían máximas, apoyar la investidura y con
posterioridad al gobierno sólo cuando resulte aceptable desde el
Parlamento. A esta opción se apunta también otro de sus líderes,
Sánchez Gordillo, que a pesar de la escasa credibilidad que posee
incluso dentro de su propio sindicato, afirma que en caso contrario
un pacto de gobierno podría, como le ocurrió hace varias
legislaturas a los andalucistas, acabar con la organización, al
correrse el riesgo, según tan afamado analista, de que Izquierda
Unida pierda sus señas de identidad al ser eclipsadas por el PSOE.
No obstante, espero que por su bien, que la opción que se tome sea
otra bien diferente, y que se pacte un acuerdo mínimo programático
que dé paso a un gobierno de coalición, que si se hace bien las
cosas podría, con toda seguridad, beneficiar a ambas partes, y por
supuesto a todos los que confiaron su voto en ellos. Izquierda Unida
podría ayudar al PSOE a regenerarse, al tiempo que un pacto con los
socialistas, puede obligar a los izquierdistas a robustecerse y a
salir del oscuro agujero en el que desde hace tiempo se encuentran, a
modernizarse y a transformarse en la organización política de corte
radical y de aspiración profundamente democrática que tanto
necesita la izquierda de este país. Y esta aventura puede salir
bien, porque no se trataría, ni de lejos, de un matrimonio por
amor, sino de conveniencia, que son los que a la larga, aunque todos
digan lo contrario, dan mejores resultados.
Viernes,
2 de abril de 2012
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