17.- Sobre la elección de Susana Díaz, 1
Hace unos días, la noticia que todos esperábamos como inevitable saltó a las cabeceras de todos los medios de comunicación, pues Susana Díaz, la persona señalada por el Presidente de la Junta, y por el aparato del Partido Socialista, no sólo había conseguido el número de avales necesarios, sino que sus competidores no lo habían podido obtener, lo que certificaba, que sin necesidad de realizar primarias, la actual Consejera de Presidencia será la candidata a las próximas elecciones, liderando a la formación socialista, para convertirse, si todo sale como esperan, en la primera Presidenta de la Junta de Andalucía. Desde un principio, la candidatura de Susana Díaz fue atacada desde todos los ángulos, sobre todo y como era de esperar desde la derecha mediática, que veía en ella a una representante del aparato del partido, acusándola incluso, como si este hecho fuera delictivo, de que toda su trayectoria profesional había transcurrido dentro del mismo, lo que significaba, según sus críticos, que al ser sólo una mera funcionaria del Partido, no estaba cualificada para gobernar una comunidad como la andaluza. También han salido a la palestra, entre otros datos biográficos, todos encaminados a desacreditarla, el hecho de que tardó doce años, doce, en terminar los estudios de derecho, algo que para algunos, sin preocuparse de las circunstancias, resulta incomprensible. Evidentemente quiero pensar, aunque personalmente no creo que sea la candidata más idónea, que la cúpula dirigente de los socialistas andaluces saben, o creen saber bien lo que hacen, y que han visto en esta joven socialista, que pese a su edad lleva muchos años en primera línea de la actividad política, a la persona más adecuada para coger el timón con objeto de renovar y aportar nuevos bríos a una formación política, que los muchos años consecutivos en el poder han conseguido erosionar parte de la credibilidad que antes poseía. No tengo dudas, por tanto, que la imagen caricaturesca y ofensiva, que de ella diariamente se dibuja en los medios, y que desgraciadamente de forma acrítica está calando en la ciudadanía, no corresponde ni mucho menos a la realidad, pues se diga lo que se diga, no cualquiera, por muy bien apoyado o apoyada que se encuentre, puede llegar al cargo que en estos momentos ocupa Susana Díaz, y al que con anterioridad ocupó, el de responsable de organización de un partido como el socialista, y mucho menos en Andalucía, su feudo tradicionalmente más importante. Lo anterior no quiere decir ni mucho menos, que el cambio del que tanto se habla en el Partido, y que muchos desean que abandere Susana Díaz, sea el cambio que la sociedad necesita y que ésta les exige a los socialistas, que sigue siendo la referencia política, a pesar de los pesares, de importantes sectores sociales.
Desde hace mucho tiempo, somos bastantes los que opinamos que el Partido Socialista, formación fundamental en el entramado político existente, necesita una profunda renovación, renovación que aunque no llegue a suponer una catarsis, éstas en política casi siempre resultan peligrosas, debería sin duda ser radical. En este partido existe una generación, ya completamente amortizada, que está ejerciendo de “tapón”, impidiendo que nuevos militantes, con ideas que se adecuen mejor a los tiempos que vivimos, tomen con decisión las riendas de esa formación, que consigan aportar una imagen nueva, una imagen que en lugar de quedarse sólo en ello, sólo en una nueva imagen electoral, traiga de la mano nuevas formas de entender y de comprender la política, con la intención de que ésta vuelva a convertirse en ese instrumento de transformación y de buena gestión que nunca debió dejar de ser. El Presidente Griñán, posiblemente agobiado por la situación por la que atraviesa su formación política, de la que constantemente surgen casos de corrupción y de nepotismo, ha dado un paso hacia delante, con toda seguridad empujado por las circunstancias, pero que estoy convencido, ya que todos “los delfines” acaban revolviéndose contra los que en su momento lo acariciaron, va a suponer la apertura de una nueva etapa, al menos dentro del Partido Socialista andaluz. Una nueva etapa que puede, según todo parece indicar, que sea, al menos en un principio, sólo un gesto cosmético, en la que se moverán sin duda algunas piezas, pero que la pesada estructura del Partido, hará posible que éstas no sean esenciales, con objeto de que nada cambie en lo fundamental.
De un tiempo a esta parte, se tiene consciencia generalizada de que los partidos políticos son una parte importante de los problemas por los que atraviesa el país, por lo que la credibilidad de los mismos, a pesar de que siguen ocupando y controlando casi todas las esferas del poder, se encuentra bajo mínimo, lo que de forma independiente a las críticas que se les debe realizar, sin escatimar pólvora en ello, debe preocupar, y mucho, a los que aún seguimos interesados por eso que antes se llamaba “lo social”. Por ello, todo movimiento reformista que se produzca en los mismos, por mínimo que puedan parecer, deben ser analizados y tenidos en cuenta, al tiempo que es necesario interpretar las diferentes voces, en favor y en contra, que esos movimientos van provocando, pues uno de los graves problemas que padecemos en la actualidad, es que demasiados agentes se ven “obligados” a dar su opinión desde sus publicitadas tribunas, sin que quienes las escuchan o las lean, posean los fundamentos ni el tiempo necesario para analizarlas y contextualizarlas, lo que provoca que opiniones sesgadas y a todas luces interesadas, sean asumidas por la ciudadanía como verdades objetivas. Por ello es necesario, con los datos con los que se cuentan, intentar abrir un hueco por mínimo que sea, para intentar comprender, desde la posición que se ocupe, lo que realmente está ocurriendo, aunque sólo sea para que opiniones ajenas, casi siempre interesadas y en muchas ocasiones mercenarias, no sean las que gobiernen nuestras opiniones.
20.07.13
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