jueves, 24 de mayo de 2012

Sobre el resultado de las elecciones andaluzas, y 2


ACERCAMIENTOS
(acb.017)

Sobre el resultado de las elecciones andaluzas

Pero además de lo anterior que es de una importancia radical, quizás porque tal actitud le ha quitado credibilidad, incluso para ellos mismos, los socialistas se han visto incapacitados para vender sus logros, haciendo una campaña electoral a la defensiva que no presagiaba nada bueno. Esta actitud ha debido deberse al hecho de que no tenían la consciencia muy tranquila, ya que las críticas que recibían, muchas de ellas justificadas y vergonzantes, con toda seguridad le dejaban poco margen de maniobra, pero también, al hecho incontestable, de que la derecha controlaba los medios de comunicación, o mejor dicho, que los potentes medios actualmente existentes, casi todos ellos cercanos al ideario del Partido Popular, y que eran los que le confeccionaban la agenda a dicho partido, con el tiempo ha creado un estado de opinión antisocialista digno de estudio sociológico, de suerte, que había que tener mucho valor, mucho, para proclamarse en España socialista o de izquierdas. El papel de los medios de comunicación en la política actual, y la alineación política de los mismos, juega una función esencial en nuestros días, lo que distorsiona claramente la contienda electoral, ya que en muchas ocasiones su papel es meramente propagandístico a favor o en contra de alguno de los contrincantes. Pero la socialdemocracia y por extensión la izquierda debe tener otras vías de comunicación, que en el caso de los socialistas ha sido dinamitada por haberse creído que era un partido más, un partido de gestión al uso, que tenía que darle la espalda a la ciudadanía y dedicarse a hacer política de “corbata y despacho”, lo que ha hecho posible que se rompieran sus canales habituales de comunicación, que siempre han debido de ser fluidos con su electorado. A lo anterior hay que sumar algo a lo que no se le da importancia, al interés que siempre ha tenido, al menos desde que comenzó a tocar el poder hace ya bastante tiempo, en unirse a las restantes fuerzas políticas en la misma situación, con objeto de despolitizar a la sociedad, lo que en poco tiempo provocó una relajación en la actitud crítica y reivindicativa de la ciudadanía. Por tanto, los socialistas ni cuentan con apoyo mediático ni con sectores sociales politizados que puedan justificar su labor, lo que les mantiene en una difícil situación, por lo que aún muchos no comprenden los resultados de las elecciones, que demuestran que han resistido mejor, mucho mejor de lo que los más más optimista hubiera podido imaginar.
Efectivamente muy pocos podían esperar los resultados que al final se contabilizaron, ni creo que la propia cúpula del Partido Socialista, que con toda seguridad se hubiera conformado con obtener unos resultados dignos, o dicho de otra manera, que las elecciones no hubieran significado el hundimiento total del Partido en su feudo histórico. No, los socialistas no se hundieron, y a pesar de que por un estrecho margen perdieron las elecciones, gracias al teórico apoyo que pueden obtener de Izquierda Unida, podrán sin muchos problemas seguir gobernando la comunidad, aunque en unas circunstancias radicalmente diferentes, circunstancias que estoy seguro que son del agrado de bastantes miembros de dicha organización, pues las mismas pueden hacer posible el inicio de la tan necesaria regeneración del Partido. ¿Pero qué fue lo que ocurrió para que erraran todos los pronósticos? Esta pregunta no es fácil de contestar, pero creo, como vaticiné antes de las elecciones, que existía un voto oculto, vergonzante según algunos, que a diferencia de en otras elecciones, dio el apoyo a las candidaturas socialistas, al tiempo que, parte del electorado de izquierdas que tradicionalmente había apoyado al PSOE, en lugar de quedarse en casa, por cierto miedo a la derecha y al ser conscientes de todo lo que se jugaba el país en estas elecciones, prefirió, en muchas ocasiones “tapándose la nariz”, votar a Izquierda Unida.
Trataré de ir por partes. Normalmente el voto oculto, es decir el de los electores que se niegan a decir qué van a votar, es un voto conservador que suele asociarse a la derecha. Pero en esta ocasión, el voto conservador, sí conservador, se ha dirigido a las listas socialistas, entre otras razones de menor peso, porque esas candidaturas representaban el apoyo “a lo que ya se tiene”, ante los importantes cambios con que la derecha amenazaba, aunque no lo dijera, con llevar a cabo. Hay que tener en cuenta, y este hecho en la coyuntura actual hay que tenerlo muy presente, que la derecha desde hace tiempo representa la innovación, al ser ellos los que están dispuestos a romper el actual status quo, al ser los abanderados de la revolución neoliberal, que aspira sobre todo, aunque no lo expongan claramente, a acabar con el régimen del denominado Estado del bienestar, en beneficio de otras formas de organización política totalmente diferentes. Lo anterior quiere decir, que el voto socialista en las pasadas elecciones, tanto el que se manifestó abiertamente como “el oculto”, se puede considerar en esta ocasión como un voto conservador, y es conservador además, porque la izquierda desde hace tiempo sólo se limita a defender sus conquistas históricas, sin proponer, sin atreverse a proponer nuevos objetivos, que puedan tener la virtud, de posicionarla de nuevo, en su lugar habitual que es el de la vanguardia de la sociedad. Lo anterior es de una gravedad absoluta.
Para muchos, el gran vencedor porcentual de estas elecciones ha sido Izquierda Unida, que se ha aprovechado de las circunstancias sin merecerlo, sólo por haber estado ahí, de los votos “emigrantes” del Partido Socialista. A pesar de ser una organización política en franco retroceso, la antigua coalición izquierdista, que ahora ni tan siquiera es eso, pues sus siglas enmascaran al Partido Comunista, que ejerce un control casi absoluto de la organización, y a un pequeño sindicato agrario con escasa implantación real, se ha encontrado de la noche a la mañana con que es el auténtico arbitro de la situación, ante la cual, sin duda alguna se juega su futuro. El problema de Izquierda Unida, o para decirlo más claramente del Partido Comunista y del antiguo SOC, es que son organizaciones, en contra de lo que parecen, que ideológicamente ofrecen muy poco, pues incluso el legendario PCE, se ha convertido de forma incomprensible en un Partido de cuadros sin apenas militancia, y sin personalidades con peso específico en sus filas, y todo debido a la hemorragia que las innumerables luchas intestinas que se produjeron en su interior, auténticas guerras civiles, que tuvieron la virtud de convertirlo en un páramos en donde sólo un puñado de dirigentes hacen lo que les viene en gana. Lo único positivo de Izquierda Unida en la actualidad, lo único que le ha proporcionado tantos y tantos votos, no ha sido su credibilidad, que estaba y sigue estando por los suelos, ni sus actualizados programas, que no los tiene, sino el hecho de que estaba donde estaba, a la izquierda del PSOE, habiéndose beneficiado también de que otras fuerzas emergentes como EQUO, no han podido, en un panorama político tan estrecho, llegar a consolidarse. Ante tal situación tiene que medir bien sus pasos, pues como dije antes, en esta coyuntura con la que de improviso se ha encontrado, se tendrán que jugar el todo por el todo. Hay voces, que provenientes del sector más extremista de la antigua coalición, que como su fundador y carismático coordinador general, Julio Anguita, afirman que la política a seguir, no puede ser otra que la de pactar varios puntos concretos y significativos con el PSOE, y si ésta accede, lo que no sería fácil pues las exigencias serían máximas, apoyar la investidura y con posterioridad al gobierno sólo cuando resulte aceptable desde el Parlamento. A esta opción se apunta también otro de sus líderes, Sánchez Gordillo, que a pesar de la escasa credibilidad que posee incluso dentro de su propio sindicato, afirma que en caso contrario un pacto de gobierno podría, como le ocurrió hace varias legislaturas a los andalucistas, acabar con la organización, al correrse el riesgo, según tan afamado analista, de que Izquierda Unida pierda sus señas de identidad al ser eclipsadas por el PSOE. No obstante, espero que por su bien, que la opción que se tome sea otra bien diferente, y que se pacte un acuerdo mínimo programático que dé paso a un gobierno de coalición, que si se hace bien las cosas podría, con toda seguridad, beneficiar a ambas partes, y por supuesto a todos los que confiaron su voto en ellos. Izquierda Unida podría ayudar al PSOE a regenerarse, al tiempo que un pacto con los socialistas, puede obligar a los izquierdistas a robustecerse y a salir del oscuro agujero en el que desde hace tiempo se encuentran, a modernizarse y a transformarse en la organización política de corte radical y de aspiración profundamente democrática que tanto necesita la izquierda de este país. Y esta aventura puede salir bien, porque no se trataría, ni de lejos, de un matrimonio por amor, sino de conveniencia, que son los que a la larga, aunque todos digan lo contrario, dan mejores resultados.

Viernes, 2 de abril de 2012

Sobre el resultado de las elecciones andaluzas, 1

ACERCAMIENTOS
(acb.016)

Sobre el resultado de las elecciones andaluzas

En el plano político han pasado muchas cosas en una semana, desde unas elecciones andaluzas, que de forma sorprendente, por lo inesperado de los resultados, perdió el partido que en estos momentos detenta el poder, rompiendo su imparable dinámica ganadora; una huelga general que aunque no paró por completo el país, si tuvo un apoyo masivo en las calles en las cientos de manifestaciones que se convocaron, hasta la presentación de unos presupuestos del Estado claramente restrictivos que sin duda alguna, si bien podrán tener la virtud de poder reducir de forma considerable el déficit público, no servirán para reactivar la economía. Sí, han pasado muchas cosas en poco tiempo, y es preciso, como siempre para saber dónde nos encontramos, o más precisamente para saber dónde me encuentro, que reflexione sin demasiadas prisas sobre ellos, pues en caso contrario, se puede dar el caso, de que acontecimientos importantes pasen junto a mi lado sin que le preste la atención debida. Es posible que esta sea la intención de algunos, que todo pase rápidamente para que nada quede, lo que puede ser una buena estrategia para que todo cicatrice pronto. Pero para la mayoría, que un acontecimiento importante quede sepultado por otro importante y éste por otro aún más transcendente, no es, no puede ser lo más recomendable. Por ello es esencial “parar la pelota” e intentar colocar las cosas en su sitio, para al menos conseguir una perspectiva clara de la situación, sobre todo en estos momentos de extrema dificultad.
Las elecciones al Parlamento andaluz se celebraron hace poco más de una semana, y aunque provocaron un tsunami político de gran envergadura, da la sensación de que se llevaron a cabo hace ya bastante tiempo. Nadie, o muy pocos pensaron que se pudieran dar esos resultados, pues incluso las encuestas y los estudios demoscópicos más serios, apostaban por una mayoría absoluta del Partido Popular, un partido que de esa forma, consiguiendo esa amplia mayoría en Andalucía, hubiera podido cerrar el círculo y llevar a cabo las políticas, a nivel nacional, que más le interesaran sin encontrar ante las mismas ningún tipo de oposición institucional real. Ante esta posibilidad, nada descabellada antes de las elecciones, muchos temíamos que el desencanto, sobre todo entre los más jóvenes, que se observaba ante la deriva de los acontecimientos, podría acarear graves protestas que no encontraran un cauce adecuado, por ejemplo en movilizaciones callejeras que poco a poco se podrían incrementar, hasta convertirse en graves problemas de orden público, que con el tiempo desembocasen en una inestabilidad social difícil de sofocar. Pero no, las elecciones en Andalucía las ganó la izquierda, gracias sobre todo al hecho de que el PSOE no llegó a hundirse por completo, como muchos analistas vaticinaban, pero sobre todo, a los espectaculares resultados de Izquierda Unida. Junto a lo anterior, es importante subrayar, que el Partido Popular, sólo pudo aumentar su representación en el Parlamento andaluz en tres escaños, lo que tal y como estaban las cosas, no creo que, por mucho que se alegren delante de las cámaras de televisión sus dirigentes, sea para dar botes de entusiasmo. Estos resultados, entre otras cosas, demuestran que la derecha, al menos en Andalucía, y no creo que se trate sólo por la personalidad de su líder, tiene un techo electoral que le va a resultar difícil superar.
No cabe duda que los resultados de las elecciones andaluzas fueron toda una sorpresa, para la derecha pero también para la izquierda, pues todos pensaban, pensábamos, que desde hacía bastante tiempo todo el pescado estaba ya vendido. La situación no era fácil, el desempleo estaba llegando a unos límites insoportables, sobre todo entre los sectores más jóvenes de la población, y los casos de corrupción, jaleados con entusiasmo por los medios en poder de la derecha, dibujaban una situación ciertamente dantesca. El Partido socialista, en el poder durante más de treinta años de forma ininterrumpida, parecía que se encontraba por primera vez ante las cuerdas, y todo presagiaba que se hallaba a punto de arrojar la toalla. Pocos, por tanto, estaban dispuestos a apostar que de las elecciones pudiera salir un gobierno que no fuera del Partido Popular. Los errores socialistas resultaban manifiestos, y eso a pesar, de que los cambios producidos en la comunidad durante su dilatado mandato, transformaciones que no han sabido vender a la opinión pública, eran un aval más que suficiente para que pudiera revalidad el apoyo de la ciudadanía. Pero en la calle se mascaba el desencanto, y la sensación de que tal y como estaban las cosas no había fututo, por lo que, la única alternativa posible era que de las urnas surgiera un gobierno de derechas, o al menos eso era lo que, como si de una lluvia fina se tratara, se escuchaba desde todos los ámbitos. Pero la ciudadanía, de una forma incomprensible para muchos, ha dicho en los colegios electorales que esa no era la solución, que no confiaba en la derecha para gestionar una coyuntura política como la que había que hacer frente, pero tampoco, y creo que con justicia, le ha dado un voto en blanco, como en anteriores ocasiones había hecho, a los socialistas.
El Partido Socialista, en mi opinión ha tenido dos graves problemas, a saber, que no ha sabido regenerarse de forma constante, y que no ha sido capaz de vender sus logros de la manera adecuada. No cabe duda, que un partido que lleve en el poder tantos años, controlando de forma omnímoda todas las estructuras de La Administración, con todo lo que ello comporta, además del desgaste que ocasiona, puede caer en dinámicas que favorezcan la prevaricación o directamente en la corrupción. No cabe duda, que en cualquier organización política, sobre todo cuando se desfruta del poder, crecen las camarillas al tiempo que se potencia la existencia de un sólido aparato, que le aísla, y que le imposibilita el contacto real con los problemas que afectan a la población, lo que casi siempre conduce a un reparto de prebendas y a un cierto caciquismo, inevitable pero muy difícil de justificar. No cabe duda, por tanto, que la permanencia en el poder, aleja a dichas organizaciones del talante democrático deseable, conduciéndolas a un territorio bastante peligroso. Pero todo lo anterior, aunque lógico, es incomprensible para una organización de izquierdas, pero aún lo es mucho más para la izquierda con mayúsculas, que siempre se mostrará, o tendrá que mostrarse extremadamente crítica ante dichas prácticas.
Pues bien, el Partido Socialista no ha sabido reaccionar de forma adecuada a tales problemas, que con el tiempo, han conseguido minar su reputación ante su propio electorado natural, y no ha sabido, posiblemente, porque se ha hallado demasiado cómodo en el poder, sin encontrar oposición real ni fuera, ni voces críticas dentro de su propia organización. La izquierda, aunque la izquierda institucionalizada lo olvide a veces, representa o debe representar ante todo una actitud crítica ante el poder, una labor opositora constante contra aquellos que controlan los hilos del poder, aunque quienes muevan esos sea la propia izquierda. Y aquí es donde ha fallado el Partido Socialista, que en lugar de amplificar y favorecer las voces de descontento que se originaban en el interior del mismo, ha intentado ocultarlas o neutralizarlas en favor de la propia organización, aunque tal actitud provocara dar libertad a algunos de sus miembros para que hicieran y deshicieran a medida de sus intereses, lo que en contrapartida ha provocado el descontento en algunos sectores, a veces muy amplios, de su base social. El grave problema, o el gran error de los socialistas, es no haber creado órganos de control internos, independientes y adecuados, que de forma constante eliminara los tallos muertos o anquilosados que se iban adueñando de su estructura, paralelamente a tratar de mimar y potenciar todo lo nuevo que iba poco a poco surgiendo en la misma. Sí, el grave error fue, olvidar que había que limpiar la organización del óxido acumulado, pero también, obviar, que necesariamente había que dotarla de savia nueva, de nuevos elementos, que la acercaran a la cada día más poliédrica sociedad sobre la que tenía que actuar, además de haber renegado en múltiples ocasiones de sus propias señas de identidad en beneficio de una gestión desideologizada. Con lo anterior no quiero decir, por supuesto, pues estoy hablando de un partido socialdemócrata, que ha debido llevar a cabo una política marcadamente izquierdista, ya que a ellos no le corresponde tales prácticas, pero sí, que no ha debido olvidar, como lo ha hecho, el lugar de donde proviene ni la forma de actuar ante los problemas, que en todo momento la población esperaba de él. El Partido Socialista, y no sólo en Andalucía, se ha anquilosado y ha perdido sus señas de identidad, y de tales hechos provienen todos sus problemas actuales.

Viernes, 2 de abril de 2012