viernes, 13 de noviembre de 2015

Sobre la posibilidad de una confluencia

41.- Sobre la posibilidad de una confluencia

            Siempre lo he creído pero después de conocer los resultados de las elecciones municipales y autonómicas, no tengo la menor dudas que una de las grandes asignaturas pendiente de la izquierda de este país, de la izquierda a la izquierda de la socialdemocracia, es la de materializar un proceso de confluencia que sirva, en la medida de lo posible, para neutralizar los efectos nocivos de la peculiar ley electoral española, ideada para que se conformen en el Parlamento mayorías amplias y estables que impidan escenarios de inestabilidad política. Estaba y sigo estando convencido que Podemos e Izquierda Unida deberían trabajar por articular un espacio de confluencia, en donde puedan converger, además de ellos, las restantes pequeñas formaciones que conforman la izquierda de este país. Pero después de haber leído detenidamente las recientes declaraciones del líder de Podemos, y de comprender la estrategia política de esta formación, estoy seguro que tal proceso no se va a producir. Esta actitud ciertamente es criticable, pero también hay que reconocer, que Izquierda Unida, que tantos golpes de pecho se está dando al sentirse despechada, no ha hecho nada significativo para reinventarse, ya que ni siquiera se ha atrevido a llevar a cabo una profunda autocrítica sobre la labor que ha realizado, para muchos manifiestamente mejorable, durante los años en que ha abanderado la izquierda en solitario. No hay dudas de que en estos momentos Izquierda Unida se encuentra más muerta que viva y que necesita el apoyo de Podemos, aunque sea duro decirlo, para no desaparecer, y ante tal situación no hace otra cosa que lamentarse, lo que habla a las claras de la situación real en la que se encuentra.
            Después de las autonómicas andaluzas, en donde Podemos, a pesar de carecer de estructuras consolidadas en la Comunidad, barrió en buena medida a Izquierda Unida, pero que no consiguió su objetivo de superar al PSOE, creí que la estrategia trazada por los dirigentes de esa formación había fracasado, y que debido a ese fracaso se iba a producir una cruenta guerra entre Podemos e Izquierda Unida por el control del espacio de la izquierda política.  Pero los resultados obtenidos en las municipales, sobre todo en determinados centros urbanos estratégicos, puede poner de nuevo a Podemos en movimiento en su lucha por conquistar al electorado del PSOE, pero está claro que ese objetivo no le va a impedir tratar de hundir a Izquierda Unida, sobre todo si se comprende que la ley electoral existente puede castigar duramente a ambas formaciones si compiten entre sí.
            Ayer leí unas declaraciones de Manolo Monereo en las que pedía una tregua entre ambas formaciones hasta después de las elecciones de noviembre, tregua que en estos momentos  sólo beneficiaría a izquierda Unida que es quien  más oxigeno necesita. Estoy convencido que IU, a lo que realmente aspira es a conseguir grupo parlamentario en las próximas elecciones, lo que encontrándose el panorama como se encuentra, no parece que le vaya a resultar fácil, motivo por lo cual no le interesan que se abran las hostilidades en este momento con Podemos, pues sería la gran perjudicada.
            “Aguantar lo mejor que se pueda hasta noviembre, que después ya se verá”, parece que es la única consigna clara que se escucha desde la antigua coalición, que es por lo que dice Monereo, “después de noviembre viene diciembre”. Sí, Izquierda Unida necesita que pase la tormenta, y que ésta le cauce el menor daño posible, para que cuando escampe, si es que escampa, poder reagrupar sus tropas e intentar llevar a cabo una ofensiva, o al menos intentarlo, en el convencimiento de que ahora poco se puede hacer.
            El problema de Izquierda Unida, por tanto, es llegar a las próximas elecciones no mucho más deteriorada de lo que se encuentra ahora, al tiempo que intentar por todos los medios, un pacto electoral con Podemos, al ser conscientes de su extrema debilidad, debilidad que la ha dejado marginada de casi todos los escenarios de importancia. Que Izquierda Unida quede fuera del Parlamento, convirtiéndose en una fuerza extraparlamentaria, es una posibilidad que tiene que hacer temblar a los dirigentes de la antigua coalición, pero también es preocupante para el conjunto de la ciudadanía, pues a pesar de haberse convertido en una organización eminentemente institucional, hay que reconocer que es la que ha catalizado las reivindicaciones de la izquierda en el Parlamento, y también, que en estos momentos no es lo mismo Izquierda Unida que Podemos, formación que debido a sus ansias de poder, no logra definirse de forma diáfana en casi nada importante.


30.06.15

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