41.- Sobre la
posibilidad de una confluencia
Siempre
lo he creído pero después de conocer los resultados de las elecciones
municipales y autonómicas, no tengo la menor dudas que una de las grandes
asignaturas pendiente de la izquierda de este país, de la izquierda a la
izquierda de la socialdemocracia, es la de materializar un proceso de
confluencia que sirva, en la medida de lo posible, para neutralizar los efectos
nocivos de la peculiar ley electoral española, ideada para que se conformen en
el Parlamento mayorías amplias y estables que impidan escenarios de
inestabilidad política. Estaba y sigo estando convencido que Podemos e
Izquierda Unida deberían trabajar por articular un espacio de confluencia, en
donde puedan converger, además de ellos, las restantes pequeñas formaciones que
conforman la izquierda de este país. Pero después de haber leído detenidamente
las recientes declaraciones del líder de Podemos, y de comprender la estrategia
política de esta formación, estoy seguro que tal proceso no se va a producir.
Esta actitud ciertamente es criticable, pero también hay que reconocer, que
Izquierda Unida, que tantos golpes de pecho se está dando al sentirse
despechada, no ha hecho nada significativo para reinventarse, ya que ni
siquiera se ha atrevido a llevar a cabo una profunda autocrítica sobre la labor
que ha realizado, para muchos manifiestamente mejorable, durante los años en
que ha abanderado la izquierda en solitario. No hay dudas de que en estos
momentos Izquierda Unida se encuentra más muerta que viva y que necesita el
apoyo de Podemos, aunque sea duro decirlo, para no desaparecer, y ante tal
situación no hace otra cosa que lamentarse, lo que habla a las claras de la
situación real en la que se encuentra.
Después
de las autonómicas andaluzas, en donde Podemos, a pesar de carecer de
estructuras consolidadas en la Comunidad, barrió en buena medida a Izquierda
Unida, pero que no consiguió su objetivo de superar al PSOE, creí que la
estrategia trazada por los dirigentes de esa formación había fracasado, y que
debido a ese fracaso se iba a producir una cruenta guerra entre Podemos e
Izquierda Unida por el control del espacio de la izquierda política. Pero los resultados obtenidos en las
municipales, sobre todo en determinados centros urbanos estratégicos, puede
poner de nuevo a Podemos en movimiento en su lucha por conquistar al electorado
del PSOE, pero está claro que ese objetivo no le va a impedir tratar de hundir
a Izquierda Unida, sobre todo si se comprende que la ley electoral existente
puede castigar duramente a ambas formaciones si compiten entre sí.
Ayer
leí unas declaraciones de Manolo Monereo en las que pedía una tregua entre
ambas formaciones hasta después de las elecciones de noviembre, tregua que en
estos momentos sólo beneficiaría a
izquierda Unida que es quien más oxigeno
necesita. Estoy convencido que IU, a lo que realmente aspira es a conseguir
grupo parlamentario en las próximas elecciones, lo que encontrándose el
panorama como se encuentra, no parece que le vaya a resultar fácil, motivo por
lo cual no le interesan que se abran las hostilidades en este momento con
Podemos, pues sería la gran perjudicada.
“Aguantar
lo mejor que se pueda hasta noviembre, que después ya se verá”, parece que es
la única consigna clara que se escucha desde la antigua coalición, que es por
lo que dice Monereo, “después de noviembre viene diciembre”. Sí, Izquierda
Unida necesita que pase la tormenta, y que ésta le cauce el menor daño posible,
para que cuando escampe, si es que escampa, poder reagrupar sus tropas e
intentar llevar a cabo una ofensiva, o al menos intentarlo, en el
convencimiento de que ahora poco se puede hacer.
El
problema de Izquierda Unida, por tanto, es llegar a las próximas elecciones no
mucho más deteriorada de lo que se encuentra ahora, al tiempo que intentar por
todos los medios, un pacto electoral con Podemos, al ser conscientes de su
extrema debilidad, debilidad que la ha dejado marginada de casi todos los
escenarios de importancia. Que Izquierda Unida quede fuera del Parlamento,
convirtiéndose en una fuerza extraparlamentaria, es una posibilidad que tiene
que hacer temblar a los dirigentes de la antigua coalición, pero también es
preocupante para el conjunto de la ciudadanía, pues a pesar de haberse
convertido en una organización eminentemente institucional, hay que reconocer
que es la que ha catalizado las reivindicaciones de la izquierda en el
Parlamento, y también, que en estos momentos no es lo mismo Izquierda Unida que
Podemos, formación que debido a sus ansias de poder, no logra definirse de
forma diáfana en casi nada importante.
30.06.15
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