25.- Sobre la
ideología dominante en los antiguos países del Este.
Hace
unos días, de nuevo, en una conversación con unos amigos, volvió a surgir el
tema de la orientación ideológica existente en los países del Este,
comprendiendo, todos los que entramos en la polémica, la actitud de esos
ciudadanos, que cansados del comunismo, de las dictaduras que habían padecido
ellos o sus padres, se inclinaran ahora hacia posiciones marcadamente
derechistas.
Todos
los países que pertenecieron hasta hace sólo unos años al antiguo bloque
soviético, incluyendo por supuesto a la propia Rusia, disfrutan en estos
momentos de sistemas más o menos democráticos, sistemas que han posibilitado la
subida al poder de gobiernos partidarios de llevar a cabo políticas
marcadamente neoliberales, en donde la desregularización y la libertad de
mercado, de todos los mercados, en la actualidad es un hecho. Llama la atención
que ninguno de ellos, a pesar de la teórica cultura media de sus habitantes, y
estoy hablando de países de la talla de Polonia, Chequia, Hungría, etc., hayan
optado por gobiernos que propicien al menos, aunque de forma tibia, políticas con
un perfil socialdemócrata.
Puedo
comprender lo que la mayor parte de esas poblaciones sienten hacia Rusia y
hacia el comunismo, pero no puedo entender, como si en realidad vivieran en
sociedades idílicas, la forma que tienen de volverle la espalda a todo, y digo a
todo, lo que huela a lo que tradicionalmente se entiende como izquierda. Hace
unos días, charlando con una ciudadana polaca asentada desde hace poco en
nuestro país, después de recomendarle una extraña novela escrita por un
francés, y que trataba de Rusia, de la vida en Rusia después de la caída del
régimen soviético hasta nuestros días, me sorprendió diciéndome, ella que es
una persona apasionada por la cultura rusa, que no le interesaban los franceses
que se dedicaban a opinar sobre Rusia, pues la mayoría de los intelectuales del
Hexágono, en su día, de una forma o de otra, apoyaron al régimen soviético, lo
que convertían sus opiniones en demasiado parciales. Me quedé con la boca
abierta y no me atreví a decir nada, pues lo anterior significaba, que sólo le
interesaban los testimonios de los que en su momento se dedicaron a criticar la
dictadura que tuvieron que padecer y que le vino impuesta por el gigante del Este.
En
estos países todo lo que sepa a izquierda, es decir a justicia social, a todo lo
que en general llamamos redistribución de la riqueza, sabe a pasado, a
comunismo y a Unión Soviética, a un periodo histórico que odian y que
afortunadamente ya han podido dejar atrás, pero esa actitud ante su historia reciente,
que muchos consideran lógica, les ha obligado a encajar más goles de los
necesarios, pues las superegularizadas y asfixiantes sociedades en las que
vivían han sufrido una transformación tan radical, que sólo quedan en ellas los
valores del capitalismo hegemónico, ese que dice que “cada cual tiene que
salvarse a sí mismo”, el que con otras palabras aboga por “la ley de la selva”
o sencillamente por la del más fuerte.
Estoy
convencido que la situación en la que quedaron esos países, convirtió a sus
sociedades en el campo de cultivo apropiado para el desembarco en ellas de
todas las variantes del capitalismo extremo, esas que como hongos, lograron
surgir en el preciso momento en que se decretó el final de “la guerra fría”, un
final que se saldó con la derrota definitiva y sin paliativos del comunismo
realmente existente.
A
diferencias de sus países vecinos, a los que tanto siguen intentando imitar, no
han sabido hacer frente, ni tan siquiera de forma modesta a las feroces
ofensivas, muchas de de ellas socialmente inasumibles, de la fuerza ideológica
vencedora, asumiendo de forma acrítica muchos de los postulados que ni siquiera
los países de los que provenían, y desde los que se postulaban, fueron capaces
de implementar en carne propia, de suerte que aquellos países, pronto se
convirtieron en laboratorios en donde se aplicaron las ideas y las políticas
neoliberales, sin que éstas encontraran ningún tipo de resistencia por parte de
la ciudadanía, que aceptaron sin rechistar, como si fuera “agua de mayo”, todo
lo que provenía de Occidente.
Cuando
le dije el otro día a mis amigos que no comprendía a los habitantes de esos
países, no le quise decir que desconociera su triste travesía histórica, sólo
que me sorprendía que los valores que siempre han identificado a la izquierda tengan
tan poco predicamento en esas sociedades, al tiempo que me llamaba la atención,
que políticamente no apuesten, consecuencia de lo anterior, por formaciones
políticas que aspiren a crear o a consolidar estructuras sociales solidarias,
protectoras, en lugar de aquellas otras formaciones que sólo pretenden des-socializar
a sus propias sociedades al afirmar, siguiendo a Margaret Thacher, que para
muchos de forma incomprensible sigue siendo su heroína, que la sociedad no
existe, que sólo es un mito, al existir sólo los individuos.
Pero
posiblemente aún sea pronto, ya que con el paso del tiempo, cuando comprendan
los destrozos que esas políticas adoptadas, y hasta cierto punto impuestas, están
provocando en esos países, los valores de la igualdad, coaligados con los de la
libertad, ya que sin la igualdad es imposible la libertad, volverán en esas
sociedades a ocupar el lugar que les corresponde, de suerte, que se diga lo que
se diga, la situación actual no puede ser más que transitoria.
22.04.14