lunes, 18 de febrero de 2013

Sobre Sevilla, 1

8.- Sobre Sevilla, 1

Desde un principio me posicioné, en la ardua polémica que se produjo, a favor de la construcción de la Torre Pelli, sobre todo porque no quería estar al lado de los defensores de “la Sevilla eterna”, de los que estimaban que una edificación de tales características no conjugaba con los valores estéticos de de esta mariana ciudad. Pero desde que salió a la luz el proyecto las cosas han cambiado bastante, lo que pone en duda la justificación del mismo en sí, y también, y no me importa reconocerlo, mi juicio sobre la ubicación y la necesidad real de esa enorme torre de cristal, que ciertamente, poco tiene que ver con lo que es y con lo que tiene que ser esta ciudad, lo que a mi pesar me sitúa junto a los sectores más rancios de la misma. Pero intentaré ir por partes, porque el tema posee demasiados recovecos que resultan necesarios delimitar.
Por supuesto que una ciudad como Sevilla no puede anclarse en el pasado, y que incluso en lo estético, con la construcción de edificios modernos y funcionales, siempre y cuando lo exijan las circunstancias, debe estar a la altura de los tiempos, pero creo que esas nuevas construcciones no deben dañar, ni contaminar el paisaje consolidado de la ciudad, de una ciudad que precisamente vive del mismo, ya que el turismo, como todo el mundo sabe, es la gran, por no decir la única gran industria de la ciudad.
Mi opinión comenzó a cambiar el otro día, cuando caminando con una amiga por la calle Monsalves en dirección al Museo, me sorprendió que sobre la techumbre de éste, sobresaliera el engendro que están construyendo en la Cartuja, lo que conseguía romper de forma estrepitosa con una de las estampas más hermosas que posee la ciudad. Me quedé pasmado, pues no esperaba que el impacto visual fuera tan brutal y desafortunado, lo que me hizo comprender que la ubicación elegida no era la más acertada para un edificio de esas características, al estimar que si realmente hacía falta su construcción, existían otros lugares más apropiados en todos los sentidos, lo que también me hizo pensar, en la megalomanía, muy propia de los tiempos en que se ideó, de sus promotores.
El promotor del edificio, que de forma aislada hay reconocer que es una maravilla, fue la Caja de ahorros de la ciudad, Cajasol, entidad que hoy por hoy, debido al desastre financiero en el que se ha visto sumida, ya no existe, al haber sido absorbida por La Caixa, al parecer momentos antes de que la quiebra, motivada en gran parte por sus desmanes inmobiliarios, llamara a su puerta. No sé bien, aunque creo que nadie lo sabe con seguridad, cuáles fueron los motivos que empujaron a la entidad financiera a embarcarse en un proyecto de tales características, pues si algo sobran en Sevilla son edificios de oficinas, encontrándose muchos de los cuales en la actualidad desocupados debido a la escasa actividad económica existente, y máxime cuando la propia Cajasol posee en la ciudad múltiples inmuebles emblemáticos, algunos de ellos completamente infrautilizados. Parece que se trata de otro de los múltiples desaciertos que han singularizado en los últimos tiempos a las actuaciones de las Cajas de ahorros, y no sólo a Cajasol, y que el objetivo no era otro que el de llevar a cabo un proyecto faraónico sin sentido dadas las circunstancias, un proyecto de desmesurado coste, que ahora no tendrá más remedio que digerirlo La Caixa, sobre todo si se tiene en cuenta, que mientras que se siguen levantando plantas y más plantas, se está llevando a cabo una importante reestructuración de su plantilla y el cierre de múltiples oficinas de la entidad, en fin, que todo parece indicar, que se trata de un desatino más, realizado por unos gestores, que como se ha demostrado, nunca han tenido los pies en la tierra.
Bien, como decía, La Caixa se ha encontrado con un enorme edificio sin terminar, cuya única decisión ente el mismo, no ha podido ser otra que la de finalizar su construcción, aunque aún no esté claro la función que pueda darle, ni tampoco, por supuesto, la rentabilidad que podrá encontrar en el mismo. Pero posiblemente pensado en esto, en la función y en la rentabilidad, la entidad financiera catalana ha dado un paso, creo que importante, y hasta cierto punto lógico dadas las circunstancias, que nos ha llenado de estupor a los que estábamos ilusionados con la inminente instalación de un Caixaforum en las Reales Atarazanas. Sí, la noticia saltó a la prensa hace una semana, La Caixa no reniega del proyecto, que tal y como están las cosas no es poco, pero descarta, al menos de momento, ubicarlo en las Atarazanas para instalarlo en el complejo de la Torre Pelli.
No pasa nada, dirán algunos, ya que lo importante es que el Caixaforum se instale en la capital de Andalucía, y no por ejemplo, como llegó a insinuarse, en Málaga, pero sí pasa, y mucho, sobre todo, porque ese proyecto hubiera podido darle valor a un edificio histórico, las Atarazanas, que en su día fueron los astilleros de la ciudad, que por sí sólo hubiera podido potenciar culturalmente al centro histórico de Sevilla, convirtiéndolo en un foco de atracción, gracias a ese edificio semiabandonado que desde hace años reclama, y a voz en grito, su rehabilitación.

14.12.12