
ACERCAMIENTOS
(acb.009)
Sobre la revuelta de Egipto (y II)
Se ha hablado, y mucho, de las causas que han provocado la revuelta, así como del estancamiento de un régimen, que ni siquiera era capaz de aportar perspectivas viables de futuro a su población, y al hecho de que ésta, gracias a los instrumentos que la propia globalización ponía en sus manos, en donde internet y las redes sociales han tenido un peso decisivo, tomó consciencia de la situación en la que vivía bajo ese régimen. Se ha comentado en un artículo sí, y en otro también, que la juventud, que es el sector social mayoritario en toda la región, no podía aguantar por más tiempo la situación, y que ha sido ella, la que se ha lanzado a la calle exigiendo soluciones a sus problemas, pero se ha hablado poco, de lo limitada que eran sus aspiraciones, lo que en otro contexto histórico diferente hubiera llamado mucho más la atención. Creo que este hecho se debe a que la cultura que emana de la globalización, evidentemente nada revolucionaria, es la que ha alentado la revuelta, exigiendo un cambio en la forma de gobernar en lugar de una transformación radical del sistema, lo que queda demostrado con la solución, que al parecer ha contentado a todos, que se ha aportado al problema.
Sí, la revuelta se neutraliza en el momento en que el ejército mueve ficha, no afortunadamente contra los manifestantes, sino contra el que hasta ese momento había sido su máximo representante, el presidente de la república, y haciéndose cargo la cúpula militar del poder después de prometer elecciones libres para dentro de unos meses, en un proceso que ella mima supervisará, según sus declaraciones, para velar por la limpieza de dicha transición a la democracia. Ante tal hecho, los manifestantes vuelven a sus casas con la sensación, de haber obligado a que la historia diera un paso hacia delante, al tiempo que las cancillerías de todo el mundo, sobre todo la israelí y la estadounidense, después de algunos días de zozobra, pudieron descansar tranquilas con una sonrisa en el rostro, con el convencimiento, que la famosa receta de Lampedusa, siempre es la mejor solución ante cualquier conflicto que se presente.
Sí, el ejército que siempre ha sido la columna vertebral del régimen, como dije al principio, se ha dado un golpe de estado a sí mismo con el beneplácito de las potencias que siempre lo han financiado, pero no al estilo del portugués, en la famosa e inolvidable revolución de los claveles, en donde las nuevas generaciones de militares se alzaron, cansados de las condiciones en las que tenían que llevar a cabo su labor, contra sus instalados y reaccionarios altos mandos, sino con un estilo sibilino, haciendo desaparecer a su máximo dirigente hasta ese momento, con objeto de que la alargada sombra y el desprestigio de éste, no acabara contaminándolos a ellos también. De todas formas, la toma del poder de la cúpula militar no es más que lo mismo, lo que se puede constatar en el hecho, que Tantaui, el responsable del ejército, alguien que siempre ha sido tildado como reaccionario, por la fidelidad a quien ha depuesto era calificado como “el perrito de Mubarak”. Por ello, creo que si alguien ha actuado de forma inteligente en este proceso, evaluando todas las variables y escuchando todos los consejos, sin mancharse las manos hasta el último momento, sobre todo porque la situación siempre estuvo controlada, ha sido el ejército, que indudablemente pase lo que pase se mantendrá en el poder, con toda seguridad siguiendo el modelo turco, o lo que es lo mismo, como el valedor de un sistema que se sustenta en él y sobre los intereses que representa.
Lo que parece claro es que a medio plazo nada cambiará en Egipto, al menos nada esencial, pues se instaurará un sistema democrático, gestionado con toda seguridad por personalidades recicladas del antiguo régimen y vigilado atentamente, para que nada se salga de cauce por los militares. Pero también con seguridad, el desencanto se apoderará de los que con tanta alegría aplaudieron la marcha de Mubarak, cuando comprueben lo poco que ha cambiado su realidad. Este hecho, al que se une la inexistencia de una oposición articulada y un posible estancamiento de la economía egipcia, que necesita unos índices de crecimiento elevados para sacar de la pobreza a su población, puede que le abra las puertas a un sector moderado de “Los hermanos musulmanes”, que a imagen y semejanza de sus correligionarios turcos, podrían hacerse en un periodo relativamente breve de tiempo con el poder, aduciendo que ellos son los únicos que pueden aportar las soluciones que necesita la población, lo que tampoco debería alarmar a nadie.
El problema no es que Egipto deje de ser ese país artificialmente estable que asegure los siempre frágiles equilibrios de aquella estratégica zona, no, ya que lo que realmente debería preocupar, sobre todo en Occidente, es que el país del Nilo, siga siendo un lugar insostenible, en donde el régimen que allí se instaure, sea incapaz de mantener y de ofrecer oportunidades reales de futuro a sus ciudadanos, lo que tarde o temprano lo convertirá en un polvorín, si no se solventan las contradicciones en las que se encuentra sumido. Pero para que todo cambie, para que todo cambie a mejor, hacen falta reformas radicales, que nunca se podrán articular, si el camino elegido es el que alumbran en estos momentos los militares y que con tanto ardor aplaude la comunidad internacional.
Martes, 18 de febrero 2011
(acb.009)
Sobre la revuelta de Egipto (y II)
Se ha hablado, y mucho, de las causas que han provocado la revuelta, así como del estancamiento de un régimen, que ni siquiera era capaz de aportar perspectivas viables de futuro a su población, y al hecho de que ésta, gracias a los instrumentos que la propia globalización ponía en sus manos, en donde internet y las redes sociales han tenido un peso decisivo, tomó consciencia de la situación en la que vivía bajo ese régimen. Se ha comentado en un artículo sí, y en otro también, que la juventud, que es el sector social mayoritario en toda la región, no podía aguantar por más tiempo la situación, y que ha sido ella, la que se ha lanzado a la calle exigiendo soluciones a sus problemas, pero se ha hablado poco, de lo limitada que eran sus aspiraciones, lo que en otro contexto histórico diferente hubiera llamado mucho más la atención. Creo que este hecho se debe a que la cultura que emana de la globalización, evidentemente nada revolucionaria, es la que ha alentado la revuelta, exigiendo un cambio en la forma de gobernar en lugar de una transformación radical del sistema, lo que queda demostrado con la solución, que al parecer ha contentado a todos, que se ha aportado al problema.
Sí, la revuelta se neutraliza en el momento en que el ejército mueve ficha, no afortunadamente contra los manifestantes, sino contra el que hasta ese momento había sido su máximo representante, el presidente de la república, y haciéndose cargo la cúpula militar del poder después de prometer elecciones libres para dentro de unos meses, en un proceso que ella mima supervisará, según sus declaraciones, para velar por la limpieza de dicha transición a la democracia. Ante tal hecho, los manifestantes vuelven a sus casas con la sensación, de haber obligado a que la historia diera un paso hacia delante, al tiempo que las cancillerías de todo el mundo, sobre todo la israelí y la estadounidense, después de algunos días de zozobra, pudieron descansar tranquilas con una sonrisa en el rostro, con el convencimiento, que la famosa receta de Lampedusa, siempre es la mejor solución ante cualquier conflicto que se presente.
Sí, el ejército que siempre ha sido la columna vertebral del régimen, como dije al principio, se ha dado un golpe de estado a sí mismo con el beneplácito de las potencias que siempre lo han financiado, pero no al estilo del portugués, en la famosa e inolvidable revolución de los claveles, en donde las nuevas generaciones de militares se alzaron, cansados de las condiciones en las que tenían que llevar a cabo su labor, contra sus instalados y reaccionarios altos mandos, sino con un estilo sibilino, haciendo desaparecer a su máximo dirigente hasta ese momento, con objeto de que la alargada sombra y el desprestigio de éste, no acabara contaminándolos a ellos también. De todas formas, la toma del poder de la cúpula militar no es más que lo mismo, lo que se puede constatar en el hecho, que Tantaui, el responsable del ejército, alguien que siempre ha sido tildado como reaccionario, por la fidelidad a quien ha depuesto era calificado como “el perrito de Mubarak”. Por ello, creo que si alguien ha actuado de forma inteligente en este proceso, evaluando todas las variables y escuchando todos los consejos, sin mancharse las manos hasta el último momento, sobre todo porque la situación siempre estuvo controlada, ha sido el ejército, que indudablemente pase lo que pase se mantendrá en el poder, con toda seguridad siguiendo el modelo turco, o lo que es lo mismo, como el valedor de un sistema que se sustenta en él y sobre los intereses que representa.
Lo que parece claro es que a medio plazo nada cambiará en Egipto, al menos nada esencial, pues se instaurará un sistema democrático, gestionado con toda seguridad por personalidades recicladas del antiguo régimen y vigilado atentamente, para que nada se salga de cauce por los militares. Pero también con seguridad, el desencanto se apoderará de los que con tanta alegría aplaudieron la marcha de Mubarak, cuando comprueben lo poco que ha cambiado su realidad. Este hecho, al que se une la inexistencia de una oposición articulada y un posible estancamiento de la economía egipcia, que necesita unos índices de crecimiento elevados para sacar de la pobreza a su población, puede que le abra las puertas a un sector moderado de “Los hermanos musulmanes”, que a imagen y semejanza de sus correligionarios turcos, podrían hacerse en un periodo relativamente breve de tiempo con el poder, aduciendo que ellos son los únicos que pueden aportar las soluciones que necesita la población, lo que tampoco debería alarmar a nadie.
El problema no es que Egipto deje de ser ese país artificialmente estable que asegure los siempre frágiles equilibrios de aquella estratégica zona, no, ya que lo que realmente debería preocupar, sobre todo en Occidente, es que el país del Nilo, siga siendo un lugar insostenible, en donde el régimen que allí se instaure, sea incapaz de mantener y de ofrecer oportunidades reales de futuro a sus ciudadanos, lo que tarde o temprano lo convertirá en un polvorín, si no se solventan las contradicciones en las que se encuentra sumido. Pero para que todo cambie, para que todo cambie a mejor, hacen falta reformas radicales, que nunca se podrán articular, si el camino elegido es el que alumbran en estos momentos los militares y que con tanto ardor aplaude la comunidad internacional.
Martes, 18 de febrero 2011