22.- Sobre las
elecciones europeas, 1
Las
elecciones europeas del próximo mayo, posiblemente por el escaso interés que
despiertan en la ciudadanía, a pesar de la importancia real de las mismas,
pueden suponer un importante test, no sólo para el gobierno, sino también y
sobre todo para la clase política asentada y consolidada de este país. En estas
elecciones para el Parlamente Europeo, y no sólo en España, cada cual vota, los
que a pesar de la apatía decidan ir al colegio electoral, a la opción política
que más le agrada, dejando a un lado el denominado “voto responsable o útil”
que suele acompañarlo en las elecciones de más enjundia, el que se realiza
valorando los pros y los contras dependiendo de las circunstancias que en cada
momento se presentan. En “las europeas se vota, por tanto, más con el corazón
que con la cabeza, lo que en esta ocasión, debido al desencanto generalizado,
puede provocar, tanto a la derecha como a la izquierda, más de una sorpresa. En
coyunturas normales, estas elecciones suelen pasar desapercibidas, asumiéndose
incluso unos altos índices de abstención, ya que importantes sectores de la
ciudadanía ni tan siquiera se plantean el esfuerzo físico que requiere ir a
votar. Pero esta vez, con la crisis económica golpeando con fuerza, y la
impotencia manifiesta que las fuerzas políticas mayoritarias han demostrado
para afrontarla, unido a los vergonzosos casos de corrupción que en gran medida
gracias a la crisis han salido a relucir, y que afectan a todos los partidos,
todo puede ser diferente. Y todo puede resultar diferente, porque han surgido
ciertas variables, que pueden dejar sin sentido el castigo que tradicionalmente
se ha venido llevando a cabo contra la clase política, el de “pasar” de ellos y
no votarles, pues ahora, como elemento innovador, han aparecido en la palestra
pública varias candidaturas que además de reivindicar una forma diferente de
hacer política, hacen hincapié en la necesidad
de la participación para regenerar la vida política de este país.
Las
dos más importantes que hasta el momento se han presentado, aunque con
seguridad aparecerán algunas más, son “Vox”, la formación liderada por Ortega
Lara, el funcionario de prisiones secuestrado por ETA hace algunos años, y
“Podemos”, cuya cabeza visible es el politólogo Pablo Iglesias, que a ambos
extremos del escenario político, sin duda, por el aire nuevo que aportarán,
lograrán agitar las empantanadas aguas del mismo.
Casi
todos los analistas estaban convencidos, debido a la situación por la que se
atraviesa, que estas elecciones supondrían un duro revés al menos para las dos
grandes formaciones del país, una por la gestión que está realizando de la
crisis, y la otra, por no haber sabido reconvertirse para presentarse como
alternativa creíble ante su potencial electorado, y que los dos grandes
beneficiados serían UPyD e IU, pero ahora también existen serias dudas con
respecto a esto, pues el descontento existente puede canalizarse hacia otros
lares, lo que hasta hace poco parecía imposible.
Si
se consolida “Vox” como proyecto, puede suponer la irrupción de una formación
de derecha-derecha, que se posicione en el lugar que en otros tiempos, no tan
lejanos, ocupó la extinta Alianza Popular, que puede representar lo que en la
actualidad supone Izquierda Unida para el PSOE, hecho que acabaría con una de
las singularidades de la derecha española, la de presentarse unida ante el
electorado bajo una sola bandera aglutinadora. “Vox”, según parece, aspira a
erigirse como el guardián de las esencias de la derecha española, precisamente
esgrimiendo los mismos postulados que el Partido Popular repetía de forma
incansable hace apenas unos años, cuando se encontraba en la oposición y se
dedicaba a demoler todas y cada una de las actuaciones del gobierno de
Rodríguez Zapatero, estrategia que tan buenos resultados le aportó.
Los
dirigentes del Partido Popular, organización que después de dos años de
gobierno parece que hace aguas por todas partes, tienen que estar preocupados
por la aparición de “Vox”, ya que por su derecha le puede surgir un correoso y
duro competidor, no para arrebatarle el liderazgo que en estos momentos posee
en su franja electoral, pero sí para perder ese diez por ciento que pueden
obtener los seguidores de Ortega Lara, porcentaje muy parecido al que
elecciones tras elecciones consigue, punto arriba punto abajo, izquierda
Unida.”Vox” en este sentido puede ponerle las cosas muy difíciles al Partido
Popular, que tendrá, en el supuesto que la nueva formación consiga levantar
vuelo, que escorarse obligatoriamente a la derecha si en realidad desea,
mediante pactos, mantener sus actuales cuotas de poder. Los postulados
ideológicos con los que se presenta “Vox” son muy simples, incluso demasiado
arcaicos, pero posiblemente por ello puede conseguir una considerable acogida
en el electorado tradicional de la derecha, pues levantar la voz para afirmar la indivisibilidad de la patria, la necesidad
de desmantelar el actual Estado de las Autonomías y el no ceder a las presiones
que ejercen los grupos abertxales para que sean liberados los presos políticos
etarras que aún quedan en prisión, sigue enervando a un sector, que si no mayoritario,
si es significativo en ese importante segmento electoral. La aparición de esta
formación, con seguridad, en el caso muy probable de que llegue a consolidarse
electoralmente, podrá provocar un importante seísmo en el mapa electoral
español, que a quien más debilitará, debido a la ley electoral vigente, sería
al Partido Popular, que es la formación, al menos hasta ahora, que monopoliza
todos los votos desde la extrema derecha al templado centro derecha. Lo curioso
del caso, es que la aparición de “Vox”, aunque muchos se escandalicen por ello,
puede ser considerado como un paso hacia la normalización, pues en los países
de nuestro entorno, los partidos conservadores con opciones reales de gestionar
el poder, suelen tener a su derecha una formación aún más de derechas que
ellos, algo que en España desde hace tiempo no ocurre.
30.01.14