19.-Sobre el
problema independentista catalán, 1
La celebración la semana pasada
del Día Nacional de Cataluña, de la Diada, ha logrado subrayar, una vez más,
posiblemente el mayor problema estructural al que se enfrenta España, en esta
ocasión no ya la vertebración territorial del Estado, sino el mantenimiento del
mismo, ya que amplios sectores de la sociedad catalana, y esto es un hecho
real, aspira, sin ningún tipo de disimulo, a la independencia. Hasta hace
relativamente poco tiempo el tema era otro, el de acomodar, de la mejor forma
posible, Cataluña a España, pero los errores de bulto de unos y los aciertos de
otros, han conseguido modificar el escenario político, que amenaza, debido al
enroque suicida de las partes, con imposibilitar una salida aceptable, gracias a la cual, la actual situación pueda
reconducirse sin que nadie se sienta derrotado al haber tenido que dejar en el
camino sus postulados.
La
situación actual es compleja, pues si importantes son los sectores catalanistas
que aspiran a la independencia, aún mayor es el número de catalanes, que desde
la legitimidad democrática, exigen un referéndum sobre el derecho a decidir, o
lo que es lo mismo, que se le deje a la ciudadanía catalana poder determinar si
desea seguir perteneciendo, o no, a lo que aún hoy se denomina España.
Hace
algún tiempo, cuando el Partido Popular consiguió, gracias a una amplia
mayoría, hacerse con el gobierno de la nación, escribí en estas mismas páginas,
que el problema a medio plazo más importante al que tendría que enfrentarse,
más incluso que la crisis económica que por entonces comenzaba a asomarse por
todos los resquicios, era el denominado “problema catalán”, escribiendo
también, que debido a la extracción ideológica de este Partido, no era ni de
lejos el más capacitado para enfrentarse a tal espinoso tema, lo que ahora,
después de leer la respuesta que ha dado a lo acontecido el pasado Once de
Septiembre, en la que ofrece diálogo, cierto, pero siempre y cuando todo se
atenga a la legalidad constitucional, no tengo más remedio que reconocer, y no
me alegro de ello, que tenía razón en lo que dije, que el Partido Popular
genéticamente no está capacitado para afrontar un tema de tal calibre.
El
día siguiente a la “Diada”, en una tertulia política televisiva, escuché dos
planteamientos que realmente me preocuparon, pues creo que correspondían, en un
sentido y en otro, a la opinión política que se mantiene sobre lo que está
aconteciendo en Cataluña fuera de Cataluña, o lo que es lo mismo, a los puntos
de partida que la clase política, y el mundo político español, sostiene ante lo
que se les viene encima. Por un lado, me
llamó la atención, que un destacado periodista de uno de los medios que más han
apoyado al Partido Popular dijera que la solución es fácil, hacer respetar la
legislación vigente, al no existir ninguna alternativa política fuera de los
mandatos que ofrece la Constitución, Constitución que por otra parte fue
respaldada, en su día, mayoritariamente
por el pueblo catalán. Evidentemente, y basándose en lo anterior, para él,
realizar un referéndum para que se pueda saber si los catalanes pueden decidir
su independencia resultaría, además de absurdo, ilegal, ya que tal posibilidad
no viene contemplada en nuestra sacrosanta Carta Magna. En principio, la
actitud de este afamado periodista, cuya altura política quedó demostrada, que
para colmo, y esto es lo grave, coincide punto por punto con la que mantiene el
Partido Popular, me resultó de una agresividad, por no decir de una falta de
sensibilidad política alarmante, pues si algún día se imponen sus
planteamientos, posibilitará ese choque
de trenes que por todos los medios hay que evitar. Por el otro lado, en la
misma tertulia, un dirigente medio del partido Socialista, que al parecer
cuenta con algún predicamento entre los socialistas madrileños, Comunidad por
la que es parlamentario regional, afirmó muy serio, después de hablar del
cariño que siente por Cataluña y los catalanes, que él era un republicano
francés, es decir un jacobino, por lo que sólo lucharía por la igualdad de los
derechos, independientemente al lugar donde se asienten, de todos los
ciudadanos del Estado español, no siendo de recibo por tanto, según él, que los
que vivan en una Comunidad determinada, cuenten con más derechos y con más
recursos que los que tengan la desgracia de vivir en otra. El Estado para este
economista y diputado regional madrileño, tiene que velar, y de forma
militante, para que no se produzcan asimetrías sociales, y no sólo económicas
sino tampoco políticas, por lo que no ve con buenos ojos posibilitar un
referéndum que a lo que aspira, es a singularizar a una Comunidad que dice
sentirse maltratada fiscal, cultural y políticamente sin motivos para ello,
consulta que lo que pretende es acentuar el concepto de nación, de la nación
catalana, por encima del de ciudadanía, algo que a estas alturas le resulta
ahistórico. No cabe duda, que a pesar de que ambos planteamientos surgen de las
antípodas ideológicas, coinciden en lo mismo, en negar la posibilidad de que
los catalanes puedan decidir si desean, o no, seguir perteneciendo a España, lo
que deja en suspenso la posibilidad del diálogo por el que ambos abogan, lo que
unido a la intransigencia nacionalista, que cada vez pide más apoyo del
exterior, presentando a Cataluña como un pueblo oprimido y poco menos que
colonizado y explotado por el Estado español, sitúa la cuestión en un plano
poco menos que irresoluble.
16.09.13